Capítulo 20: El Reino Encantado

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—No demoraré. Sólo espera acá —le digo a Garfio y me dirijo hacia la cantina.

Luego de despertar, Garfio y yo no cruzamos palabra sobre lo que pasó ayer. Tampoco sabía como empezar la conversación. Después de haber dormido y descansar, hay una nueva perspectiva en mi mente; ahora estoy confusa y un poco avergonzada. No digo que me arrepienta de vivir la sexualidad libremente, pero sí con alguien como Garfio. Después de todo lo que ha pasado... después de seguir con preguntas sin responder. Y eso es lo que me hace sentir confusa... qué es lo que siento.

Entro a la cantina, con Garfio del otro lado de la puerta. Es pasado el mediodía y ya hay personas por todo el lugar. Que resistente debe ser el hígado de toda esta gente. 

—Hola —habla Joseph. Él se encuentra limpiando la superficie de una mesa—, ¿qué tal, pequeña? —pregunta acomodando una silla. 

Cuando me mira, se detiene. Frunce el ceño.

—¿Qué demonios? —dice y apunta a mi mejilla.

—Luego de irme de acá... —trago saliva y suspiro. Es difícil recordarlo—. Los hombres que hicieron escándalo ayer... me atacaron afuera de la posada —mi mano va instintivamente a la zona. 

Al verme en el espejo esta mañana, noté como pasaba de rojizo a morado. Tenía un hematoma bastante grande que se extendía por la línea de mi mandíbula. No era tan fácil de tapar y dolía cuando abría mucho la boca.

Lo que sí pude ocultar fue la herida del cuello, ahora vendada y curada gracias a Jackie. La mujer sabía de prácticas médicas y fue amable en ayudar de forma desinteresada. No tenía ninguna intención de que Joseph viera esa herida, así que la tapé con mis mechones de cabello.

Joseph luce furioso.

—Esos hijos de perra —escupe y lanza el trapo detrás de la barra. Avanza hasta llegar a las jarras vacías, coge una y la llena de agua—. Ten, toma, por favor.

La recibo con gusto y la bebo rápidamente.

—Ya estoy mejor —le digo, viendo como sigue molesto—. Debiste ver como quedaron los otros.

Mi broma no lo tranquiliza del todo pero una sonrisa ladeada aparece en su boca.

—Me imagino que sí. Después de lo de ayer, todos andan diciendo que hay una especie de heroína en la villa. Ahora me convenzo de que no eres una princesa. Te hace falta delicadeza.

—Ouch, eso dolió. Bueno, te dije que no lo era. Tu no quisiste escuchar —bromeo.

—Entonces, ¿qué eres? —pregunta con los brazos apoyados en su cintura.

Podría responderle. Podría decirle la verdad y alivianar un poco mi carga. Pero, eso está muy lejos de mi intención y solo limito a dejarle las cosas a la imaginación.

—Eso nunca lo sabrás —respondo y me acerco a la barra para dejar la jarra. Meto la mano en mi pantalón y devuelvo su llave—. Gracias, de verdad. No sabes cuanto agradezco tu hospitalidad.

Él asiente y desaparece por un momento. Unos segundos después aparece con una especie de bolsa de género y la ofrece.

—Ten —dice y lo miro confusa—. Es comida y no tengo que ser adivino para saber que no te quedarás acá. Creo que seguirás tu camino y te tomará tiempo.

No digo nada. Un impulso de humildad me dice que lo debo rechazar, que es mucha la ayuda, pero sería una tonta si lo hago. En esta tierra, necesito toda la comida que pueda encontrar.

AZUL GARFIO | FANFIC CAPITÁN GARFIO #OUATDonde viven las historias. Descúbrelo ahora