Capítulo 29: Todo o nada

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Garfio me guía mientras nadamos por el agua. Advirtió que todos los lagos que envuelven los castillos tienen su desembocadura en algún lugar, lejos del pueblo. Sólo debía dejarme llevar. Al principio, estaba bastante preocupada porque la fuerte corriente que nos recibió al saltar desde la torre nos había golpeado con violencia. Una vez avanzamos varios kilómetros, el ritmo del río se sentía acogedor y amable con nosotros. Poco es el esfuerzo que debo hacer para mover porque el agua hace el trabajo. Así que me dejo llevar.

Observo el cambio de ánimo en Garfio. Está mirando hacia el bosque, atento a los alrededores, a los imponentes árboles sobre nosotros y al ruido de los animales. No estamos tan lejos del camino principal, por lo que debíamos continuar siendo cuidadosos.

—¿Crees que nos sigan? —pregunto.

—Por supuesto que sí —responde sin mirarme, mientras bracea para acelerar su velocidad—. Se les ha escapado su mayor criminal. Querrán venganza.

—¿Te preocupa?

—Amor —dice, bromeando. Se gira para mirarme con una sonrisa ladeada—. Para cuando crean que me van a atraparme, estaremos navegando en el océano profundo, lejos de este reino malditamente encantado.

Cuando dice "estaremos" mi estómago se revuelve un poco. ¿Él cuenta con que nos escapemos juntos, que regresemos al barco y nos aventuremos en otra misión? Mi mano viaja hacia el centro de mis costillas, donde aguarda la habichuela, aprisionada por el corsé de mi vestido.

Seguimos siendo arrastrados por la corriente por varios kilómetros. Cuando pienso que piel no puede arrugarse más, Garfio indica que debemos salir del agua y comenzar el regreso a pie. Para mi desgracia, el vestido pesa el triple con las telas mojadas, por lo que me veo obligada a sacármelo. El capitán me ayuda rasgando la costura de la espalda. Mi cuerpo queda cubierto por la primera capa de tela; un vestido de lino blanco que podría ser perfectamente una prenda para dormir. Suelto mi cabello, lamentando haber perdido la tiara que me había dado Ester cuando me arregló para el baile.

Ambos iniciamos nuestro camino de regreso al barco. Garfio guía entre el bosque, sorteando ramas, piedras e insectos. Ambos descalzos, con poca ropa, húmedos por el río y la brisa que se hace presente, anunciando un clima poco favorable. El capitán no suelta mi mano en ninguna instancia, me sujeta cuando piensa que puedo resbalar, me levanta cuando cree que no puedo cruzar o saltar.

—Tus heridas —pronuncio, un poco extrañada—. Están cerradas.

En su espalda presenta cicatrices rosadas, algunas blancas. Las heridas más profundas, aún se encontraban rojas, pero no a carne viva.

—Es el agua, amor —dice, como si fuera obvio—. Soy un pirata. El agua es mi elemento, el océano mi hogar.

—¿Tiene que ver con la magia de las brujas que te han ayudado durante este siglo?

—Sí —dice, divertido mientras sorteamos escombros de piedras y rocas grandes.

—Vaya, ¿hay algún otro secreto que deba saber de ti?

Garfio se detiene y gira para observarme. El cielo se torna oscuro, un indicio de que el sol se esconde detrás de nosotros. Hay una emoción que no logro descifrar en sus ojos. Abre la boca para decirme algo, pero es interrumpido por un trueno.

Ambos nos quedamos quietos en nuestra posición. Luego otro estruendo. Las nubes comienzan a aglomerarse rápidamente. Y luego caen gotas.

¿Lluvia? Por dios.

—Debemos encontrar refugio.

Garfio no me da tiempo para responder y comienza a correr entre la hierba. La lluvia se hace más intensa a medida que vamos dando pasos más rápidos. Había logrado secarme desde el chapuzón en el río, pero volvía a temblar de frío.

AZUL GARFIO | FANFIC CAPITÁN GARFIO #OUATDonde viven las historias. Descúbrelo ahora