Capítulo 16: Mejor sola que mal acompañada

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De regreso al bosque, sigo mi camino paralelo al sendero oficial, a través de la hierba y  los arbustos. Sé que no debo esconderme -ya que no me encuentro acompañada por Garfio-, pero prefiero ser cautelosa y estar atenta a quién pueda aparecer.

Rumple me enseñó a a usar la brújula. Aprendí que, como la mayoría de las cosas en este mundo, los artefactos de ese estilo funcionan con fe... es decir, significa magia. Me dijo que como no soy, ni por cerca, una criatura mágica, tenía que usar mi fe para hacer funcionar las cosas.

Fe. Por supuesto. Porque soy la persona mas creyente en el mundo. 

Esto iba a ser difícil. Jamás he sido capaz de poseer una fe tan intensa como la de mi madre. Una mujer que va a la iglesia cada domingo y deja todos los problemas en "las manos de Dios". Más allá de eso, siempre es una persona positiva y confía en que las cosas resultarán bien. A Lily y a mí nos llenaba de esperanza cuando parecía que todo se iba al carajo. Resulta ser que sólo Lily pudo contagiarse de toda esa esperanza.

Yo nunca pude seguir la corriente.

Sin embargo, no me daré por vencida. Puede que mi fe no sea religiosa ni confiada a alguna divinidad, pero mis ganas de volver a ver a mi familia y salir de este mundo, serían suficiente para funcionar como mi fe personal.

Miro hacia abajo, a mis pies, y me cuesta creer que estoy sana. He sido cuidadosa con mis pasos, pensando en que necesito ir lento y cuidarme, pero no siento malestar.

Podría pensar que Rumple fue generoso por curar mi tobillo sino fuese por el intercambio. Nunca pensé que un hombrecito tendría una mente tan ingeniosa e intimidante. Luego de sanarme, no tenía ninguna posibilidad de combatir con él... me demostró quien estaba a cargo con sus super poderes. 

Al principio, lamenté demasiado perder el mapa. Ni siquiera logré entender su funcionalidad por completo pero parecía tener un valor muy importante. Además, de ser útil. A mi parecer, una brújula no se compara con eso, pero necesito aferrarme a algo que me sirva. 

Aun cuando sea algo tan pequeño como una brújula... y no un mapa mágico que simulaba a Waze. 

No estaba segura de que tan efectivo sería la brújula, pero si estaba segura que Rumple no emanaba aire de confianza. Bueno... como cualquier persona de esta isla. Ni siquiera Garfio.

Garfio. 

He intentado de no pensar en él durante el día. Torcerme el pie sirvió de mucho. Pero no importa lo que haga o lo que pase, él aparece inminentemente en mis pensamientos. Denostaba toda clase de emociones... la más reciente era enfado y decepción.

Enfado por haber jugado a ser mi aliado cuando omitía información a beneficio suyo, y decepción... por pensar que podría ser algo más o pasar algo más. Ya no estoy clara de lo que siento. Creo que voy a desbordar de sentimientos y mi corazón late rápido. Necesito un respiro pero siento culpa de detener mi camino en algún momento. Quiero salir de acá.

Con la culpa en mi mente, logro escuchar ruido. Mientras avanzo por la hierba puedo distinguir voces, varias voces. Disminuyo el paso y uso el tronco de un árbol para esconder mi cuerpo. Al momento que asomo la cabeza, el paisaje de una villa aparece a mi vista.

Las voces tienen sentido en mi cabeza y observo a personas yendo de allá para acá. Pequeñas casas y jardines llenos de colores abarcan el espacio. Las risas de los niños jugando y corriendo y los adultos acarreando animales y cargando comida. 

Dudo por un momento. Nadie me conoce y no conozco a nadie. La última vez que aparecí en un villa fue para escapar de Garfio y Mary Ann me ayudó, solo porque me veía desesperada. Pero, necesito lucir tranquila y actuar normal... como si viviera acá. 

Respiro hondo y doy un paso. Avanzo por el sendero de tierra, aproximándome a las personas. Con los nervios de punta, me aferro al bolso de cuero y atravieso la calle principal. Para mi gran sorpresa, la gente pasa por mi lado como si nada. Algunos me miran, algunos saludan, otros me ignoran y otros me ofrecen comida de su mercado.

Me siento extraña y noto como todas las mujeres usan vestidos. Miro mis pantalones de cuero ajustado y mi camisa ligera de lino. Creo que luzco inapropiada. Luego pienso en lo tonto que suena. Jamás me he privado de vestirme como quiera... pero eso es en mi mundo. 

Avanzo un poco y logro divisar una cantina. ¡Bien! 

Me apresuro hacia el lugar. Al entrar, noto que esta vacío. Bueno, obvio, es temprano. Amaneció hace tres horas solamente. 

Tomo asiento en el taburete frente a la barra y dejo mi bolso a mis pies. No hay nadie quien atiende. Dejo salir un suspiro y siento un nudo en mi garganta. 

No quiero llorar, no quiero llorar. 

Quiero mi casa, quiero a mi hermana, quiero estar en mi cama, quiero mi trabajo. Pero acá estoy, lamentándome en un bar, sin saber que hacer con nada más que una brújula en la mano y las amenazas de todo con quien me he cruzado. Pensando en un hombre... en sus ojos celestes y su estúpida ropa de cuero. 

Garfio.

—¿Hay alguien acá? —grito.

Escucho ruido de loza en la pared continua. De unas puertas giratorias sale un hombre anciano.

—¿Usted quién es? —pregunta malhumorado.

—¿Suele preguntarles a todos quienes son antes de atenderlos? —digo, irónica.

El viejo frunce el ceño y abre los ojos ante mi. Me mira detenidamente y luego mi vestimenta. De inmediato, cambia su actitud. 

—Por supuesto que no, ¿qué desea? —se acerca a la barra y saca una jarra. 

—Deme una cerveza, por favor. 

El anciano la prepara y la desliza frente de mí. Miro el líquido oscuro y el aroma a trigo llena mis narices. Necesito un respiro, me repito.

Alzando la jarra a modo de salud, bebo el contenido de una sola bocanada. 

Sí, este sería un día muy largo. 



AZUL GARFIO | FANFIC CAPITÁN GARFIO #OUATDonde viven las historias. Descúbrelo ahora