Capítulo 2: Alucinación

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Parpadeo varias veces para apartar las lágrimas. Al parecer los primeros auxilios en este barco no está equipado con lo necesario. O con cosas de este siglo. Dudo que el médico encargado haya aprobado el examen de grado.

—Hijo de... —exclamo cuando la aguja pasa por mi carne por sexta vez. Como si no fuera suficiente el líquido de dudosa reputación que usó para desinfectar la herida, el tipo a quien llaman curador está cociendo mi piel, sin ser capaz de haber aplicado anestesia anteriormente.

Estoy acostada sobre mi lado derecho en la parte inferior de una litera. Un lugar inadecuado para atender a un paciente, en mi opinión. El curador está sentado en una caja de madera y a su lado tiene un bolso de cuero lleno de utensilios viejos, como sacados de la utilería de un estudio de grabación donde realizan películas ambientadas en el año 1800. Sin embargo, por muy anticuados que sean no parecen gastados ni oxidados. Al igual que todo en el barco. Sé por cultura general que los artículos y el ambiente del barco es antiguo, pero todo parece... nuevo.

Lo miro. Es joven. Su piel es oscura y su cuerpo es corpulento. Está vestido como el resto de la tripulación: camisa de lino, holgada y gastada, manchada. Noto el ceño profundo en su frente. Está concentrado en lo que hace y lo agradezco. Profundamente. Aun cuando siento la punta de metal atravesar mi piel.

—Intenta pensar en otra cosa. Es el mejor remedio que puedes conseguir —dice el moreno.

—No es tan fácil.

De todas maneras, lo hago, e intento concentrarme en mi respiración. En el momento en que comienzo a relajarme, Lily aparece en mi mente. ¡Mierda! Lily. La boda. Mis padres.

—¿Hay algún teléfono que pueda ocupar? —le pregunto.

—¿Qué es un teléfono? —me mira por un par de segundos—. Te he dicho que pienses en otra cosa. No hay nada en este barco que pueda hacer desaparecer el dolor.

—Para eso existen los fármacos hipnóticos.

—No hacemos brujería aquí. Ahora, por favor, cállate. No ayudas con tus quejas. Ya alteraste al capitán y nadie puede tolerar cuando anda de mal humor.

El capitán. Capitán Garfio.

La imagen de su mano aparece en mi mente. De alguna manera, el hombre se ha quedado sin mano y usa un garfio como su reemplazo. ¿Acaso sabrá que existen elementos ortopédicos? Imagino muchas situaciones de cómo perdió esa parte de su cuerpo y me da un escalofrío. Aquí estoy yo, quejándome por un corte que mide cinco centímetros y él vive sin mano.

Recuerdo la manera en que me miró. Directo y seguro. A pesar de que fueran segundos, bastó para darme cuenta que existía un muro alrededor suyo, uno impenetrable. Como alguien que ha cometido atrocidades... o que ha sufrido profundamente. No descarto ninguna opción.

—Listo —anuncia el curador. Comienza a guardar sus cosas y se deshace de todo que se ha manchado de sangre.

Tengo la intención de sentarme, pero él me detiene. Dice que debo hacer reposo o sino la herida podría abrirse. No lo contradigo y dejo que se vaya. A continuación, muchos pensamientos llegan a mi cabeza. He sido irresponsable. Estaba tan preocupada de llegar pronto a la boda y bajar del auto mostrando una buena imagen que subestimé al peligro. Ahora me encontraba en un barco junto a gente desconocida, con un capitán poco solidario y mi familia preguntando donde demonios me he metido, de seguro.

Aun no sé por cuanto tiempo he quedado sin conocimiento. Veo a través de las ventanas circulares del cuarto y me doy cuenta de que el cielo está del mismo aspecto que cuando iba manejando hacia Maine. Puede fueran unos minutos. Media hora, tal vez. Si la corriente me llevó hasta mar abierto, hacia la playa, tuvo que ser más de diez minutos.

AZUL GARFIO | FANFIC CAPITÁN GARFIO #OUATDonde viven las historias. Descúbrelo ahora