Capítulo 25: Comodidad y Realeza

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Cuando se trata de vestir formal, siempre es por alguna ocasión especial. Alguna fiesta, evento de trabajo o locura que a Lily se le ocurría para celebrar las festividades y cumpleaños. Y nunca me sentí completamente cómoda, pero esta vez no era así.

Camino hasta el espejo en mi habitación de la taberna. El marco que rodeaba el cristal está tallado a mano, en forma de trenza que se extiende por toda el área del vidrio y terminaciones en forma de olas, como las de un océano inquietante. Una reliquia digna de coleccionista, pienso. Y el reflejo en él complementan el estilo.

Más temprano, George nos había conseguido los trajes gracias a su esposa; luego de entrar a la taberna y comenzar una discusión con Garfio -sobre mi salida sin su permiso y por no contarme que la princesa estaba muerta-, el chico llegó junto a una hermosa mujer que cargaba con una maleta antigua. Él la presentó tan orgulloso, que me conmovió.

Ella me ayudó a entrar en el vestido, absurdamente grande y pesado. Yo no habría pensado nunca que estos vestidos tuvieran tantas capas porque eso no lo muestran en las películas. El corsé estrangulaba mis costillas, así que Ester lo aflojó para que estuviera cómoda. A ella no le pareció importarle mi desnudez, puesto que debajo de las prendas que le había robado al capitán, no llevaba ropa interior. Pero, Ester debe ver cuerpos femeninos todo el día, todos los días. Era una modista profesional y se dedicó a hacerme sentir cómoda, aun cuando el vestido se sentía como si llevase diez kilos encima.

Quedé deslumbrada al ver tan hermosa confección. Un vestido de color rojo brillante, largo hasta los pies; la parte del torso parecía estar hecha de seda al igual que las mangas, las cuales cubrían por completo mis brazos. Sin embargo, la falda caía delicadamente en una especie de tul fino. Me sentía como una bailarina de ballet en un espectáculo sobre cuentos de hadas.

El atuendo lo terminamos con un par de zapatos de tacón bajo, del mismo color que el vestido, que por supuesto Ester me prestó, para finalmente dedicarse a mi cabello. Con delicadeza, logró domar las hebras rubias y gruesas en un moño redondo a la altura de la nuca, dejando mechones sueltos sobre mi sien que caen en ligeras ondas.

—Tengo algo que puede servir —dice Ester con su voz baja.

Ella busca en la parte lateral de su maleta hasta llegar a una pequeña bolsa de seda negra. Con cuidado saca una tiara de piedras brillantes. Es como una corona pero más recatada y sencilla.

—He mantenido esto dentro de mis posesiones desde que una clienta la dejó en la tienda. Lleva años juntando polvo y jamás tendré la ocasión para ocuparla. Por favor, incline la cabeza.

Hago lo que me dice y acomoda la joya en un esfuerzo de no despeinar su obra maestra en mi cabello.

—Listo.

Cuando devuelvo mi mirada hacia el espejo quedo perpleja unos segundos, admirando el trabajo de Ester. Por mucho que ame la comodidad y libertad que otorga el derecho de usar pantalones, admito que al usar estas prendas, me sentía bella y de alguna forma, poderosa. Es como el sueño de toda pequeña, pero hecho realidad en el cuerpo de una adulta.

—Deberíamos bajar —Ester dice, interrumpiendo mi breve trance. De inmediato, se apresura a ordenar el desastre que hemos dejado en el tocador y guarda pedazos de tela que se han quedado en el suelo—. El capitán estará esperándola.

Las entrañas comienzan a revolverse cuando hago mi camino escaleras abajo hacia el salón principal de la taberna. No puedo creer la ansiedad que me provoca la idea de que Garfio me mire en mi nuevo atuendo, una sensación que desde la secundaria no experimentaba; la expectación y validación de un chico atractivo por mi apariencia.

Me siento como una chica en el baile de primavera, esperando ver la reacción de su novio cuando pase por ella hasta su casa.

No es hasta que piso el último peldaño cuando lo veo. Garfio está ahí, todo guapo y avasallador, emanando masculinidad por todos los poros de su piel. Muy diferente al cuero negro al que está acostumbrado vestir; lleva puesto un abrigo marrón que le llega hasta las rodillas que cubre un chaleco negro de lino que va sobre una camisa, abierta a la altura del pecho, lo que deja ver el inicio de su vello.

AZUL GARFIO | FANFIC CAPITÁN GARFIO #OUATDonde viven las historias. Descúbrelo ahora