Capítulo 13: La verdad es oro

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Tengo el corazón acelerado. Me cuesta respirar. Sé que es demasiada información. Todos los días equivalen a mucha información. Me siento como una esponja que absorbe, absorbe y nadie piensa estrujar. 

He vuelto a sentir molestia e incertidumbre. No puedo dejar de olvidar en donde me encuentro. No puedo ignorar. Hace veinticuatro horas que confiaba en Garfio, que creía en nuestro plan, que podía ayudarme. 

Llego al campamento sin haber pensado bien lo que haré con lo que me dijo el hada. Por supuesto, necesito usar todo a mi favor pero no puedo armar un escándalo y dejar en evidencia lo que pasó.

Piensa bien, Jen, al fin y al cabo, sólo te tienes a ti.

Quiero preguntarle, quiero saber, quiero la verdad.

El campamento está en silencio; me percato de que los hombres están durmiendo plácidamente sobre la hierba. Los ronquidos resuenan en los árboles en un pequeño eco, sonido que se mezcla con los animales nocturnos.

Busco a Garfio y lo veo sentado sobre un tronco caído. Se levanta apenas siente que me acerco y puedo ver preocupación en su rostro. 

—¿Te ha pasado algo? —pregunta, apresurándose a mí con ceño preocupado.

Lo observo un instante, evaluando las palabras correctas antes de abrir la boca. Me toma cinco segundos decidir ponerlo a prueba.

—No —digo, fingiendo tranquilidad. Llevo mi mano hacia mi estómago—. He aguantado bastante y ahora tengo hambre. 

Él sonríe. Su boca ladeada y sus ojos divertidos provocan un remolino en mi vientre y eso me motiva a ser mucho más cautelosa. 

  —Queda pan, fruta y agua fresca —dice, elevando su brillante garfio. Con su mano toca la parte baja de mi espalda, dándome un leve empujón hacia la fogata—. Debes comer. No lo has hecho desde que dejamos el Jolly. 

Su contacto es demasiado y me alejo a manera de impulso mientras camino. Garfio se ha dado cuenta pero no dice nada. Se limita a entregarme un pedazo de pan envuelto en una tela cuando me siento en el tronco. Vierte agua de un barril a un jarrón pequeño.

No tengo hambre, a pesar de que hace media hora rugían mis entrañas por comer y orinar. Y el pan olía delicioso. 

Opto por beber. Garfio sólo me mira. 

—¿No tienes sueño? —pregunto, mirándolo fijo. 

—Sí.

—¿Qué haces en pie, entonces?

—Esperarte —responde—. Debía asegurarme que regresaras bien. No conoces estas tierras, no sabes lo que hay...

—Tengo una pregunta —lo interrumpo. Levanta una ceja, atento—. ¿Cómo funcionan las...

Miro a mi alrededor para cerciorarme de que nadie esté despierto y nos oiga. 

—Cuéntame un poco más sobre las habichuelas —murmuro.

Garfio se revuelve un poco en u lugar y suspira, confundido. 

—¿Qué quieres que te diga?

—No lo sé —levanto los hombros—, cómo funcionan. Que hay que hacer. ¿Tendré que recitar alguna frase? ¿Cuánto poder tienen?

Garfio  pasa un mano por el cabello. Primera señal de incomodidad. Está pensando qué decir. Se queda mirando el fuego mientras me habla. 

—Bueno, es bastante simple —comienza diciendo cuando arroja una rama pequeña al fuego—. Su tamaño engaña a cualquiera ya que son pesadas. Su magia funciona como un portal y el poder abarca no sólo mundos sino que puede atravesar líneas de tiempo...

AZUL GARFIO | FANFIC CAPITÁN GARFIO #OUATDonde viven las historias. Descúbrelo ahora