Su secreto había estado muy buen guardado hasta el momento, tenía miedo de que ahora todo saliera a la luz y que el mundo entero se enterara de que tenía una hija. Sofía parecía una buena persona y no podía negar que le atraía desde que la vio en la fiesta que la familia real española organizó meses atrás. Y claro, como no iba a atraerle si hasta tenía una hija con ella.—¿Ella habla español? —cuestionó, sabiendo que el idioma que allí hablaban era el danés—. Porque de lo contrario veo muy difícil la comunicación entre nosotras.
—Si —asintió, mirándola de reojo—, ella habla tres idiomas: danés, inglés y español.
—¿Tres idiomas? —la sorpresa en su tono de voz era más que notable—. Pero si es una niña...
—Es la hija de un futuro rey, todos los miembros de la realeza deben de saber al menos tres idiomas —informó, orgulloso de la educación que estaba recibiendo su hija de tan solo siete años—. Tú también hablas dos idiomas, ¿no? Hace ocho años, cuando nos conocimos en Reino Unido, ambos hablamos en inglés.
—No recuerdo demasiado de esa noche, pero si... Yo no soy española, me costó adaptarme a las costumbres y aprenderme el idioma, Miriam me ayudó bastante en eso —se sinceró.
—¿Cómo llegaste a España? Pensé que en tu país lo tenías todo...
—No lo sé —suspiró—, es un tema del que no quiero hablar porque mi pasado lo recuerdo vagamente, es como si se me borrara la memoria o algo así.
La risa que se escapó de sus labios no hizo reír al príncipe, era normal que un adulto no recordara al cien por cien su pasado pero eso de sólo tener vagos recuerdos parecía un asunto más grave.
Hablaron un poco más de temas insignificantes para no dejar morir la conversación, al menos hasta que llegaron al departamento en donde vivía su hija. Ahí se hizo el silencio, no sabrían decir cual de los dos estaba más nervioso.
—Hej far —saludó la niña de cabellos oscuros al ver llegar a su padre, sus mejillas se tornaron rosas al ver que este no venía solo, era la primera vez que llevaba a alguien a casa.
—Hej, farens pige —respondió, poniéndose a su altura para besar su mejilla, Sofía admiraba la escena con los ojitos llenos de lágrimas—. Tengo que presentarte a alguien.
—¿Es tu novia? —preguntó en un cuchicheo para que ella no la escuchara.
—Es tu mamá —respondió en el mismo tono—, ella no habla danés así que es momento de que saques a relucir tu español.
—¿Mi mamá? —preguntó, alzando la mirada para observarla, su rostro de había iluminado al verla. No era tonta, el parecido entre ambas era más que notable.
Soltó un chillido, liberándose de su padre y corriendo hasta la pelinegra, abrazándola con euforia, Sofía no tardó en seguirle el abrazo pues había esperado años para que ese momento sucediera. Christopher nunca le había hablado mal de su madre, no era como otros padres que le decían a sus hijas que su madre la había abandonado o algo por el estilo. No. Él fue sincero desde el primer momento, le habló de ella cada vez que le preguntaba y lo único que le decía eran cosas buenas. Alexia no odiaba a su madre ni le tenía ningún tipo de rencor.
—Pensaba que nunca te conocería —lloriqueó.
—Yo también pensaba lo mismo —confesó Sofía.
Ahora era Christopher quien admiraba la escena con los ojos llenos de lágrimas, sintiéndose un completo estúpido por no haber hecho que se conocieran mucho antes.
—Papá me decía que eras británica cuando hablaba de ti, ¿por qué hablas entonces español?
—Soy británica —asintió, dándole la razón—, pero vivo en España y últimamente hablo más el español que el inglés, es cosa de acostumbrarse.
—Que suerte que papá quiso que aprendiera español, la niñera le insistía que tenía que aprender alemán... No me gusta el alemán, me parece un idioma muy feo —bufó, con indignación.
—Oh, si, tienes suerte entonces de que tu padre quisiera que aprendieras español —rió, dándole una mirada a Christopher.
Ambas siguieron hablando, Alexia le enseñó su habitación y le explicó sobre todo lo que allí tenía, se notaba que le encantaba parlotear. El príncipe las observaba con una sonrisa en los labios, sintiéndose demasiado bien al verlas a las dos tan felices.
—¿Se puede quedar a comer, papá? —lo miró con ojitos suplicantes—. Por favor...
—No puedo decir que no a esa carita —sonrió de lado, su hija sonrió de oreja a oreja y después lo empujó para que saliera fuera de la habitación—. Oye, ¿por qué me estás echando?
—Porque vamos a hablar de cosas de chicas y tú no eres una chica —señaló lo obvio—, además, alguien tiene que hacer la comida y tú cocinas delicioso.
—Pequeña manipuladora —entrecerró sus ojos antes de darle el gusto e ir a hacer lo que ella le acababa de pedir.
Mientras tanto, Sofía y Alexia se quedaron hablando en su habitación, esta última le contó lo mal que le había caído la segunda niñera porque esta intentaba ligar con su padre y claro, niña celosa tenía que ser que no dejaba que alguien mirara a su papá con ojitos bonitos. También le contó sobre sus clases, las veces que su padre la sacaba del departamento en modo espías o del año en el que se disfrazaron de Power Rangers por un capricho suyo.
—Papá nunca me habló sobre la familia real —bufó, cruzándose de brazos—, cree que soy tonta y no es así.
—Es un tema complicado, Alexia...
—No, no lo es... Sé que es el heredero al trono y no porque él me lo haya dicho, ¿tú eres una princesa o algo así?
—No, no lo soy —rió negando con la cabeza—, tú lo eres...
—Creo que papá no está orgulloso de que yo sea su hija, de lo contrario dejaría que mis abuelos supieran de mi existencia... En fin, adultos, no hay quien os entienda.
—No digas eso —pellizcó su mejilla—, tu papá te adora y todo lo que hizo fue por tu bien... Tus abuelos no dejarían que él tuviera una hija tan joven y harían lo posible para ocultarlo, él solo te está protegiendo...
Alexia se encogió de hombros, como si no le importara demasiado, aunque en el fondo ambas sabían que eso no era verdad.
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El juego real
FanfictionChristopher nunca se había llevado bien con la palabra "compromiso", algo que era esencial si quería ser el príncipe de Dinamarca. La responsabilidad no era su punto fuerte. Pero no le quedaba más remedio que hacer frente a todo, olvidarse de todo l...