Capítulo 25

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Él se cruza de brazos y se acerca a ella, todavía lleno de curiosidad e intriga.

—¿Cómo te sientes? —acarició su mentón con dos de sus dedos—. Por la mañana no querías levantarte y me pareció buena idea dejarte descansar todo lo que necesitaras.

—Agradezco eso —admitió sonriéndole—. Dentro de lo que cabe estoy bien... No me he muerto ni nada, sigo respirando con normalidad y...

—Déjate de tonterías, ya pareces mi hermana —soltó una carcajada mientras negaba con la cabeza—. Los guardias informaron que salisteis.

—Que hijos de puta, ya una no puede tener privacidad ni nada.

—Te lo dije, ya puedes irte olvidando de lo que significa esa palabra —murmuró divertido—. ¿Por qué fuisteis solas?

—Porque si.

—Esa respuesta no tiene una justificación válida.

—Claro que la tiene —chasqueó su lengua contra su paladar—. Fuimos andando porque no quedaba lejos, no necesitábamos de un chofer para eso.

—¿Y si una de las se hubiera encontrado mal en el camino? Tendríais que haber pensado en todas las posibilidades antes de actuar... —sus dedos dejaron de acariciarla cuando vio encima de la mesita la caja del test de embarazo.

Sofía miró sobre su hombro y se maldijo al darse cuenta. Había tirado la prueba y se olvidó por completo de la caja. Eso solo le podía pasar a ella.

Christopher ladeó su cabeza confuso y caminó hasta allí. Miró la caja con curiosidad y la tomó en sus manos mientras leía de que se trataba, después la levantó al tiempo que clavaba su mirada en la pelinegra como queriéndole preguntar "¿Y esto?"

—¿Es tuyo?

—Si, pero...

—¿Ya te la has hecho? —sonrió mientras volvía a dejar la caja sobre la mesita—. ¿Estabais esperando los resultados...?

—No exactamente —aclaró su garganta.

Habían tocado el tema de los hijos un par de veces y a él no le había preocupado demasiado, si lo hubiera hecho se habría puesto protección en sus encuentro sexuales, pero eso no pasó. E incluso bromeaba con el tema de Abraham cada vez que podía. Pero quizá la idea era una cosa y la realidad era otra diferente, ¿podía tomarse mal el hecho de que tendrían otro hijo en unos cuantos meses? No quería ser ella la que arruinase sus planes de ser rey por estar embarazada... Además, seguro que a su querido suegro no le haría ninguna gracia el asunto. Estaba en problemas.

Christopher esperaba una respuesta, pero al no recibirla buscó con la mirada el test.

—No me digas que... —negó con la cabeza y soltó un suspiro mientras caminaba hasta la papelera. Se sintió un poco decepcionado al encontrar allí la prueba y además positiva—. ¿No ibas a enseñármelo?

—No —admitió—. Quería esperar un poco para decírtelo, quizá es demasiado temprano y...

—Cállate —pidió mientras se volvía a acercar, agarró su rostro con sus manos y plantó un beso en sus labios. Uno que Sofía no esperaba—. Vamos a ser padres, Sofiita, vamos a cumplirle el deseo a nuestra hija. ¿Acaso no te pone feliz eso?

—¿Y a ti?

—Yo estoy súper emocionado —admitió sonriéndole—. Pero eres tú la que lo llevará en la barriga nueve meses, la idea debe de agradarte a ti... Si crees que es demasiado temprano podemos esperar para tener otro hijo —susurró acariciándole las mejillas—, pero si lo hacemos que sea por ti y no por lo que pienses de mi o de la sociedad.

Sintió ganas de llorar. ¿Por qué razón en el mundo él debía de ser tan jodidamente perfecto? Así era casi imposible no enamorarse.

—Quiero esto —susurró, bajando las manos a su abdomen por pura inercia—. Al menos ahora soy adulta...

—Ambos lo somos —susurró—. Esta vez no es un desliz, ¿no?

—No, estaba más planeado que mi futuro.

Él le sonrió, apretando ligeramente sus mejillas.

—¡Hay que decírselo a Alexia! —chilló entonces emocionado—. Le va a encantar la noticia.

Sofía quiso decirle que la niña ya lo sabía pero no le dio tiempo, el príncipe salió corriendo de la habitación en busca de su hija para poder darle la noticia. A ella le hizo gracia el asunto y no tardó en seguirlo.

—¡Alexia! Mamá y yo te tenemos una sorpresa —se puso de cuclillas para estar a su misma altura y sonrió—. Vas a tener un hermanito.

La niña parpadeó mirándolo y después buscó la mirada de si madre.

—Ya lo sabía.

—¿Qué?

—Que ya lo sabía...

—¿Cómo que ya lo sabias? —preguntó indignado—. ¿Y por qué lo supiste tú antes, eh? Esto no me parece justo, mujeres del demonio.

—¡Papá!

—No, no me hables, eras mi hija favorita.

—Soy tu única hija.

—¿Quieres callarte? ¿No ves que estoy haciendo drama? —se levantó y miró a Sofía con los ojos entrecerrados—. En serio, que feo que sea el último en enterarme de las cosas.

—¿Lo siento? —se encogió de hombros mientras le regalaba una tímida sonrisa.

—Si, más te vale sentirlo porque estas cosas no se pueden ocultar —chasqueó su lengua contra su paladar—. Si hasta mi hermana lo supo antes que yo, jo.

—No te enfades.

—Eso, no te enfades.

—Me caéis mal las dos, que lo sepáis.

—No mientas, somos las mujeres de tu vida —respondió con diversión.

—Si que lo sois, si —suspiró embobado, sabiendo que con ellas le era muy difícil seguir indignado. Cargó a Alexia con uno de sus brazos y el otro lo pasó alrededor de los hombros de Sofía.

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