Capítulo 5

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Estaba cometiendo otro error en su vida, fue consciente de ello desde que puso un pie dentro del jet privado de su primo. Había hablado con Miriam sobre el tema pero no profundizó demasiado, dijo que iría a la fiesta con la excusa de verla, que la noticia oficial que darían no le importaba lo más mínimo porque ya la había escuchado por televisión.

—¿Eso que noto es arrepentimiento? —preguntó Joel quitándose las gafas de sol—. Has cambiado mucho, primita, antes no te arrepentías de nada.

—El padre de mi hija anunciará que será el rey de Dinamarca y yo estaré allí presente, ¿cómo crees que debería de sentirme? —ríe de manera sarcástica mientras se deja caer en el asiento—. Soy republicana, ¿recuerdas? Esto me ha caído como un balde de agua fría... Tener una hija con el príncipe y que esta sea la heredera al trono, ¿no es genial?

Joel levanta sus cejas pero mantiene la boca cerrada. ¿Quien era él para opinar? Su prima desde adolescente tenía unas ideas muy en contra de lo que eran, fue por eso que empezaron a hacerla invisible en la realeza, cuando se quedó embarazada tan joven ya fue la gota que colmó el vaso y terminaron separándose del todo. Monarquía por un lado, ella por otro.

—Que dolor de cabeza —expresó cerrando los ojos y rezándole a Dios para que le concediese el don de dormir durante el vuelo.

Tuvo suerte. Poco después de bajar los párpados se quedó dormida y no soñó con absolutamente nada. Ni siquiera despertó cuando aterrizaron en Dinamarca, tuvo que ser Joel quien sacudiera su cuerpo para que abriera los ojos. Las ganas de darle una mala contestación estaban presentes pero sabía que perdería el tiempo. Joel era presumido, indiferente y orgulloso. Al ser perteneciente a la monarquía estaba acostumbrado a recibir mensajes cargados de desprecio día tras día, pero nunca le importaban demasiado, él era ajeno a las críticas.

—Nos quedaremos en un hotel de cinco estrellas, la fiesta empieza a las ocho así que puedes hacer lo que te apetezca mientras no llegue esa hora. Un coche vendrá a recogernos, tú decides si entramos o no juntos, lo más probable es que haya periodistas en la entrada y con la cámara preparada para disparar.

—Dejé la monarquía hace mucho, no quiero que empiecen a rebuscar en el pasado de tu familia y se encuentren conmigo allí. Es mejor ir separados. Cuanto menos nos relacionen, mejor.

Se encogió de hombros, como si no le importara demasiado esa respuesta tan predecible.

—Todo terminará sabiéndose, Sofía... Eres parte de la familia, llevamos todos la misma sangre. Al igual que se sabrá lo tuyo con Christopher, esa hija no podrá permanecer mucho tiempo oculta, se hará adolescente y le vendrá la etapa de rebeldía, es mejor que se sepa por las buenas a que sea por algo inesperado. Hablad el tema como dos adultos responsables, por favor.

La pelinegra no supo que responderle. Razón no le faltaba y no quería que Alexia tuviese que cargar con todo el peso de la monarquía y la presión social. No dejó de darle vueltas al tema ni cuando llegaron al hotel, ella subió a su habitación porque verdaderamente necesitaba un tiempo a solas. Terminó dándose un largo baño de burbujas, con varias velas aromáticas a su alrededor, no salió del agua hasta que estas se consumieron.

La paz que allí había era casi desgarradora, decidió poner música mientras se ponía el pijama. Era obvio que no se vestiría desde tan temprano de gala, con lo torpe que era seguro terminaba manchándose el vestido.

Alguien tocó con sus nudillos en la puerta de la habitación e inevitablemente miró en esa dirección, con el jersey a medio poner. No creía que Joel la echara tanto de menos para presentarse en su habitación así que buscó una segunda opción. Terminó de vestirse y caminó descalza hasta la puerta, después abrió esta a cámara lenta.

—Hola —saludó el príncipe con media sonrisa dibujada en los labios—, debería de estar en el palacio ayudando con los preparativos de esta noche pero me he escapado para saludarte. Joel me comentó en qué hotel os estabais quedando... Aunque no es necesario que lo hagáis, las puertas de la casa real están abiertas para vosotros siempre que queráis.

—No te esperaba por aquí —admitió—. ¿Quieres pasar...?

—He dicho que solo me pasaba a saludar —repitió con diversión—. En un rato tendré que probarme el traje que usaré esta noche, ya sabes...

—¿Puedo acompañarte? Hay un tema del que me gustaría hablar contigo, se trata de Alexia.

El príncipe se alerta con sólo oírla, mencionar el nombre de su hija en algún lugar que no fuera donde ella vivía le ponía los vellos de punta. No quería que alguien más lo escuchara e indagara en su privacidad.

Se limitó a asentir.

—Déjame cambiarme de ropa y vamos.

—No necesitas vestir otra cosa, puedes venir en pijama, estaremos en el palacio y la única persona que te verá así seré yo —se encogió de hombros de manera despreocupada—. Cálzate y nos vamos.

Ella le sonrió, esa sí que era un green flag en todos los sentidos de la palabra. Hizo lo que acababa de decirle y tras ponerse algo en los pies salió con él, ni siquiera ahora le importaba que alguien pudiera verlos salir del hotel de esa manera. Le sorprendió que llegara solo, sin ningún chofer ni guardaespaldas. Se estaba dejando los derechos de príncipe a un lado y sabía de sobra que era para no incomodarla.

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