La Apuesta Se Debe Cobrar #29

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Siento que, si he cambiado mucho este último año, bueno no es un cambio drástico, pero no me siento igual que antes

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Siento que, si he cambiado mucho este último año, bueno no es un cambio drástico, pero no me siento igual que antes. Por eso lo he decidido; si Mauricio piensa que la única forma de detener la apuesta es conmigo rindiéndome ante él, lo haré. Eso sonó extraño... ¡No importa! Lo que quiero decir es que, para terminar de compensar la apuesta de Yulieth, le diré a Mauricio que perdí ante él, sin embargo, debe dejar en paz a Yuli. Así por lo menos tendré la certeza de que no le volverá a mentir.

—Es la única manera de hacerlo, Yulieth no es cualquier chica. No le causaré más daño —le dije a Andrés mientras comíamos helado en mi cuarto junto a su hermano pequeño Noah.

—Me sorprende todo lo que has hecho por ella, desde la apuesta hasta estar dispuesto a que Mauricio te humille. No sé qué te motiva a hacer esto, ¿solo fue el hecho de conocerla? —preguntó Andrés mientras relamía la cuchara de su helado.

—No lo sé... Considero que ella es importante para mí. Si te importa alguien jamás dejarías que le hicieran daño, ¿no? —pregunté inseguro para después mirar al techo— Ella tiene algo extraño que me causa... Me gusta.

Cuando Noah estaba oyendo nuestras extrañas conversaciones sobre Yulieth puso cara de asco sacando la lengua como si fuera a vomitar.

—¡Qué asco! cuando a mi mami le gustaba un hombre lo traía a la casa para meterle su lengua en su boca hasta la garganta.

Andrés no pudo evitar taparle la boca a su hermanito con una servilleta cuando terminó de hablar.

—Oye Noah, esa fue la última servilleta. ¿Por qué no bajas por más, está bien? —cuestionó Andrés a su hermanito quien se comió la servilleta y asintió con la cabeza.

Solo para después irse corriendo al piso de abajo en busca de los paños.

Miré a Andrés con una sonrisa calmada. Se quedaría conmigo un día más, César le permitió quedarse con él un fin de semana y la mamá de Yulieth le apoyó hasta el final. Su tía sería su salvación al parecer; me alegro de que siga teniendo siempre su sonrisa, aunque estaba cansado.

—Hace mucho no veo a mi tía, sin embargo, no entiendo porque se ofreció para cuidarme a mí y mi hermano —mencionó Andrés como si supiera que estaba pensando justo en eso— Gracias por todo Jabari, en caso de que necesites un riñón el mío está a tu nombre.

No podía negarme a sus encantos homosexuales, tampoco podía negarme a un riñón. A demás si lo hubiera sabido antes también le hubiera ayudado. Sé que, aunque parece estar bien aún hay cosas que lo tienen muy preocupado.

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Al día siguiente cuando llegué a la escuela y caminaba entre los solitarios pasillos de los edificios donde tomaba clases día a día, este sentimiento nostálgico era extraño. Recordé cuando me hice amigo de Andrés y César, la primera pelea de Mauricio y mía. Las veces que la prefecta me llevó a dirección por meterme en problemas con Mauricio. También recordé que varios chicos querían molestarme por tener poco cuidado estético en mí, aunque realmente nunca me molestó; me gusta como soy. Si alguien habla mal de mí es lo que menos me importaría.

Efímera ApuestaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora