El Gran Día Llegó #42

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El sueño de mi hermana estaba a punto de cumplirse

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El sueño de mi hermana estaba a punto de cumplirse. Desde que conoció a Adrián ha sido inseparable de ese tipo; no me sorprende que después de diez años de noviazgo hayan decidido casarse, pareciera que se aman tanto como el día que se conocieron. A pesar de que Adrián era un sádico; ahora que lo pienso posiblemente por eso se enamoró de él.

Yo estaba listo para ir a la fiesta de mi hermana donde firmarían los papeles para hacer oficial su matrimonio. Mi hermana estaba siendo arreglada en la sala de mi casa, la maquillista que contrataron la terminaba de maquillar, debo admitir que se veía linda, quizá me sentiría más feliz por ella si no la odiara. Yo vestía un traje negro sin corbata para verme formal en su boda.

Mi hermana no tardó mucho en terminar de vestirse y subirse a la camioneta de mi papá para que la llevara al salón de boda. Yo iría con mi mamá en su auto detrás de ellos. Era una tarde hermosa cuando salimos, al llegar un gigante jardín de fiesta se posaba frente nuestras caras, tenía muchos adornos de boda, un escenario agradable donde haríamos su mini presentación, así como muchas mesas distribuidas por todo el salón para los invitados. Seguro la pasaría muy mal aquí si no fuera porque Yulieth fue invitada a la boda para ayudar en la presentación. Eso me hacía feliz. También invitaron a la mamá de Yulieth, saber que la señora se llevaba bien con mis papás también me alegraba. Pase lo que pase en la preparatoria, sé que no me alejaré de ella, el destino nos unirá.
¿Se imaginan a Yulieth en vestido de novia?, desde que lo pensé por primera vez no puedo dejar de imaginarlo. Se vería hermosa.

No tardó mucho en oscurecer, los invitados fueron llegando poco a poco, la ceremonia empezaba a llevarse a cabo. Todo mundo estaba presente cuando legalmente Adrián y Dulce se volvieron marido y mujer. Se dieron un apasionado beso al momento de decir "acepto", hugh. El cielo se oscureció para que la luna pudiera brillar con permiso del sol. Era una noche hermosa, casi tan bella como el mismo universo.

Una vez terminó la ceremonia, la fiesta comenzó, los invitados se sentaron en sus mesas para comer mientras en el proyector de la boda pasaban muchas imágenes emotivas de ellos dos, recuerdos suyos donde se veían felices. Pronto en mi mesa llegó César a sentarse a mi lado, él también estaba vestido de un traje negro.

—¿Qué onda? —pregunté susurrando a César.

—Nada nuevo, solo que es extraño tener a mi papá y mi mamá felices por algo —dijo eso señalando con los ojos a sus papás. Quienes a duras penas daban una sonrisa a los demás mientras estaban sentados en la mesa principal de los invitados de la boda. Mis papás también estaban ahí, pero César y yo no queríamos estar allá. Por eso nos sentamos con las personas que trabajaban en nuestra casa. Vi la sonrisa que mostraba todo, menos felicidad en el rostro de los padres de César, creo que el no sonreír era herencia de la familia de mi amigo.

Giré a ver a los demás invitados, en una mesa alejada, pude notar a mi princesa sentada mientras comía el platillo que habían servido para la fiesta. Llevaba puesto un vestido amarillo mucho más elegante que el de aquella vez en mi casa, además estaba más arreglada que de costumbre, parecía que había planchado su cabello, así como se había puesto un poco de maquillaje.

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