César No Es Tan Malo #28

136 29 8
                                    

Al salir de la escuela Jabari me saludó, no estaba molesta con él, pero no quiero hablar de lo que pasó por ahora

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Al salir de la escuela Jabari me saludó, no estaba molesta con él, pero no quiero hablar de lo que pasó por ahora. Verlo me recordaba las cosas. Al inicio saberlo no me afectó tanto porque no era importante, de verdad que no, sin embargo, saber que Mauricio sí me utilizó me hacía sentir sucia.

Siempre me decía que yo le gustaba, cosas lindas, creo que a pesar de que no quería hacerlo fue así. Terminé encariñándome de Mauricio y dolía más saber que una vez más confíe en la persona equivocada.

Al seguir caminando con mis pensamientos en mente sentí una mano que tocó mi hombro. Hablando del rey de roma, era de Mauricio. Me estaba persiguiendo para hablar conmigo, claro que yo lo evitaba, ni siquiera quería dirigirle la palabra. Le había dicho que sabía lo que él hizo, eso no le gustó nada.

—Déjame en paz Mauricio —reclamé sin dejar de caminar en ningún momento.

—¡Necesito hablar contigo! —gritó exaltado mientras me seguía velocidad.

—¡Ya te dije que no me molestes! —grité molesta y comencé a caminar más rápido.

—No me das opción —cuando dijo eso Mauricio corrió hacia mí hasta que logró estar a mi lado.

Fue entonces cuando él tomó fuerte mi muñeca, la apretaba tan fuerte que estaba empezando a lastimarme y solté quejidos de dolor. Intentaba zafarme de él, pero era muy fuerte; dolía mucho, era eterno. Lo miré con miedo lo cual Mauricio notó, aunque justo cuando parecía que iba soltarme, una mano desconocida apareció entre nosotros apartando a Mauricio de mí con fuerza.

—Creí haber oído a la señorita que le dejes en paz, así que no entiendo porque a pesar de eso tomabas su muñeca —la voz del desconocido era gruesa, se notaba que era alguien mucho mayor que yo. Como de veintitantos años, saber su identidad solo me provocaba curiosidad.

—Lo-lo siento —lamentó Mauricio mirándome, claro que después cambió esa mirada por otra de "tenemos que hablar".

Giré mi cara para ver a mi salvador; un chico alto, con músculos formados, cabello negro, con piel clara, pero no tanto, además usaba lentes. Era lindo verlo, pero por alguna razón me recordaba a alguien más que yo conocía que usaba lentes. Claro que este chico si se veía lindo.

—No tenías que meterte, hermano —esa voz era de César quien tenía una paleta roja en la boca mientras se asomaba por la ventana del auto.

Con razón el chico me recordaba a alguien, amo a los chicos con lentes, excepto a César. Su hermano era muy lindo, al menos me salvó alguien que es familia de un amigo. Curiosamente, no recuerdo que César haya mencionado antes que tenía un hermano.

—¿Es tu hermano?, César —pregunté confundida, además de que seguía asustada por cómo me estaba sosteniendo Mauricio.

—¿Se conocen?, eso es tierno —dijo el hermano de César con una sonrisa agradable.

Efímera ApuestaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora