Año Nuevo #21

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Treinta y uno de diciembre

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Treinta y uno de diciembre. Estamos tan cerca del 2017 y solo puedo pensar que... No he hecho nada con mi vida.
Es divertido pensarlo de esa forma porque han pasado ya catorce años desde que nací, pero me siento diminuta ante el resto. Estaba recostada en mi cama, el sol acababa de salir.

Solo puedo pensar que descubrí que un compañero mío sufre maltrato infantil por parte de su mamá, no sé qué hacer. Es obvio que es maltrato, es decir mi mamá me ha regañado, pero no me ha tirado al suelo y después me escupe en la cara sin dejarme entrar a la casa toda la noche.

Él me pidió que nunca le dijera nada a nadie. Puse mis pies en la cama y llevé mis manos a la cabeza, estaba confundida. Estaba pensando en decirle a mi mamá lo que pasó, pero ¿cómo ayudaría? Me imagino una respuesta por su parte: es mucho papeleo.

No lo digo insinuando que ella es mala, sino porque he oído a otros adultos decir eso cuando es momento de denunciar algo. Maestros, padres, es obvio que a ellos no les importa una situación así. Solo tengo catorce años, debo de saber qué hacer, tengo que saberlo. Quiero llorar de impotencia, no puedo ayudarlo, él no está bien, no lo podemos ayudar.

Se siente horrible, no sé qué más hacer. De acuerdo, respira profundo, exhala. Solo por hoy, solo por hoy deja de pensar en los problemas de alguien más. Solo por esta noche piensa en que mañana será un año nuevo; los problemas no desaparecerán, pero sí se podrá salir adelante. Eso es Yulieth, calma esta pequeña crisis con un poco de positividad.

Sonreí aliviada, solo por hoy, trata de no pasarla mal. Mañana vendría mi padre para que pasara tres días más con él. Eso es bueno porque podré verlo, la segunda vez que fui con él se comportó más apegado a mí; esta sería la tercera vez que voy a su casa así que será genial.

Escuché sonar mi celular por lo que con mi mano traté de alcanzarlo ya que estaba en el estante al lado de mi cama. Cuando lo tomé lo coloqué en mi oído después de contestar.

—¿Sabina? —pregunté, era mi querida amiga de cabello rosa que vive en Japón y está un poco loca.

—¡Escaparé de Japón!

¿Lo ven?

—¿Qué?, ¿de qué hablas Sabina? Pensé que de por sí en dos semanas vendrían. Además de que vienen para quedarse, estudiarás aquí la preparatoria —esto es algo que el señor Fujiya viene planeando desde hace un largo tiempo. Ellos estudiarán en la preparatoria de talentos aquí en Ciudad cristal, tienen todos los medios y el talento.

—Como lo oíste Yulieth Rivay, escaparé de Japón y ni siquiera te darás cuenta cuando lo haga. Vendré a ver a mi mamá y será fabuloso mientras duermo bajo un puente —Sabina se acercó mucho al micrófono del celular pues cuando habló me aturdió el oído—. ¡Al menos que no me delates y me dejes dormir en tu casa!

—Sabes que no haré eso —le dije tallando mis ojos—, solamente espera las dos semanas. No te hará daño.

—Bueno, sí tu no quieres hacerlo le pediré a uno de tus amigos. ¿Cómo se llama el guapo de lentes? —preguntó sin rendirse a su propuesta de escapar.

Efímera ApuestaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora