Corazón Roto #40

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Terminaron las clases después de un largo día

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Terminaron las clases después de un largo día. Lo único bueno de este día es que ahora sí tenía el uniforme puesto. Estar en la escuela me ponía bien; pensar que me expulsarían antes de entrar a la preparatoria me ponía bastante mal. Tuve suerte de que me permitieran estar aquí.

Esa suerte también era una maravilla porque si seguía aquí podía seguir con Yulieth. Pasar tiempo con ella era maravilloso, no puedo creer lo que estoy diciendo, de verdad me enamoré de esta niña. Sí, ya sé. Tenías razón universo, me gusta demasiado.

Aunque es una lástima que no sea correspondido. No merezco ser correspondido, pero tampoco me rendiré con eso, sé que algún día Yuli podía llegar a sentir lo mismo. Al menos si León no lo impide, claro.

Creo que necesito un consejo. El caso es ¿de quién? No es como que mis amigos fueran unos sabios en el amor. Hablando de alguien que no sabe mucho de expresar sus sentimientos, cuando caminé hacia la salida me encontré con César. Él se acercó a mí y me saludó con un suave golpe de puños.

—¿Qué hay? —pregunté con interés.

—¿Qué hay? —César repitió mi frase y empezó a caminar a mi lado— Oye, ¿recuerdas que te conté quién me gusta?

Si no ha sido obvio durante los cuarenta y seis capítulos que han pasado, a César le gusta Andrés. ¿Muy loco no?, yo a veces hago comentarios irónicos sobre que ellos deberían ser pareja porqué sé que es una atracción mutua. Aunque no he podido decir nada ya que ambos quieren mantenerlo en secreto, por eso no podía pedirle consejos de amor a mis amigos, están peor que yo.

—Si, ¿qué pasa?

—Se lo diré —reveló de la nada, no pude evitar soltar una sonrisa al oír eso.

—¡Genial! Buena suerte. Guárdame un asiento en primera fila.

Me mantuve tranquilo y sereno, pero ¡se le iba a declarar! Como en las historias de amor. Siendo un fanático del romance no podía evitar emocionarme, aunque siempre con el perfil bajo.

—Sí, eso espero. Jamás pensé estar listo para eso —confesó con nerviosismo— ¿Vendrás hoy a mi casa? —preguntó César acomodando sus lentes.

—Sí claro, por lo menos ahí no estará la estúpida de mi hermana —contesté feliz por él.

Seguimos caminando hasta salir por completo de la escuela, Yulieth se iba junto a Sabina y León. Pude verlo desde la distancia, León se acercó a su mejilla para besarle la cara. Debo admitir que eso me ponía los pelos de punta. Yulieth ya no me odiaba por todo lo que pasó, pero yo todavía no me lo perdono. ¿Por qué me había encariñado tanto con ella? Quizá era porque estaba muy agradecido con Yuli por todo lo que ha hecho por mí; era el alma más tierna del mundo.

Mientras caminaba por la salida de la escuela junto a César, Andrés llegó y pronto se nos unió a la conversación.

—Hola chicos, les tengo una buena noticia —dijo Andrés comenzando a caminar con nosotros.

Efímera ApuestaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora