Capítulo 18: La mejor noche

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Rea

Por la lluvia que caía, nos mojamos un poco. En su habitación me ofreció una toalla también una playera del él, con unos pantalones de su mamá supongo, eran de seda. 

—Puedes cambiarte aquí, yo voy al baño — se salió del cuarto y fue al baño.

Me quite la camisa y la playera que traía abajo. Puse la suya en mi y me senté es su cama para poder quitarme las botas. Desate la agujetas, con flojera me las quite. Procedí a quitarme los pantalones. 

Estaba por ponerme los pantalones para dormir, pero su madre era alta y de piernas delgas por lo que a la mitad de mis muslos la prenda se detuvo y un leve crujido se hizo presente. 

Le debemos unos pantalones a la suegra. 

Los saque rápido para no romperlo y me quede ahí parada en bragas y con la playera de Aarón. La puerta se abrió dando paso al hombre más lindo del mundo. 

—Mierda, lo siento — tapo sus ojos. 

Caballero. 

—No, esta bien. Los pantalones no me quedaron — me acerque a él y le quite la mano de su ojos para depositar en ella la prenda.

—Lo siento, ya te traigo otra cosa — estaba por irse. 

—¿Aarón? — lo llame. 

—¿Si? — dijo en un susurro. 

Tome su cara entre mis manos y le plante un beso, lo tome por sorpresa porque no me lo correspondió al instante. El me abrazo por la cintura acercándome más a él. 

Creo que no nos trajo a dormir.

Si bueno, nadie te trae a su casa de noche, que el vecino más cercano esta como dos kilómetros.

Subí mis piernas rodeando su cintura, sus manos tomaron la parte inferior de mis muslos con cuidado, yo envolví mis brazos por su cuello. Chocamos contra la pared, el beso seguía, cargado de deseo, pasión y necesidad. 

—¿Estas segura? — comenta separándose un poco, me ve directo a los ojos.

—Estoy empotrada a la pared, creo que estoy más que segura — digo divertida. 

Él me sonríe, aprieta ligeramente mis piernas. Vuelve a besarme, Aarón mueve su lengua frenéticamente, una de sus manos recorre mi pierna y otra la curva entre mi cintura y cadera. 

—Eres tan tentadora — dice ronco. 

—Y tu ni se diga.

Mis manos siguen en su nuca, volvemos al ataque de besos. Siento que empieza a caminar, me toma más fuerte, sus piernas tocan el borde la cama. Me va acostando con el más mínimo cuidado, subo un poco, él me sigue entre beso y caricias. 

—Que linda forma de conocer tu cama — sonrió coqueta. 

—¿Vendrás a verla seguido?

—Depende de ti. 

Parece que nuestros cuerpo van formándose en uno solo, cuando logro llegar a las almohadas, él se pega a mi, si algo ya cobro vida. Paso mis manos por encima de su camisa hasta el botón del principio, comienzo un pequeña pelea por quitársela. 

Logro deshacerme de su camisa estorbosa, mis dedos trazan su abdomen. Sus manos se posiciona a los costados de mis hombros, pone todo el peso en una y desciende hacia abajo para llegar al borde de la camisa. 

Me levanto un poco para facilitar un poco el trabajo. La quita y quedo expuesta ante él, todavía llevo mi bra por lo que no estoy completamente desnuda. De todas formas siento algo de inseguridad cuando deja de besarme y observa con detenimiento mi cuerpo. Lo tapo con mis manos, sube su cara y me ve a los ojos.

No somos tan diferentesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora