Capítulo 34: Todos ganamos

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Dedicado con todo mi amor a kiem233 por todo el apoyo <3

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Rea

Fui a casa a recojer mis cosas para el trabajo, me comi un panque había la mesa y salí corriendo. Me reconforta irme en mi moto.

Llegue y había mucha gente, se ve que sería un día atareado. Me puse rápido mi pequeño mandil y fui a rápido a los clientes más recientes.

—Bienvenidos, ¿ya saben que ordenaran? — saco mis notas.

—Dos hamburguesa y una malteada de chocolate con otra de vainilla — ordena un pelirrojo.

—Claro, ¿sería todo o gustaría algo más? — anoto su orden.

—Seria todo, muy amable.

Sonrio y voy a la cocina, dejo la orden y regreso a atender a otra personas. Vuelvo con Lana a la caja que está con la vista perdida en la computadora y sus ojos se empieza a tornar llorosos.

—¿Lana, qué pasa? — dejo mi bandeja y corro a ella.

—Cobre mal una orden — dice casi inaudible.

Se desmorona, la agarró antes de que caiga. Ella se pone a llorar, acaricio su cabello, la siento y voy a ver la computadora donde dice que faltan setenta y cinco dólares.

—Esta bien, lo pagaremos — me pongo en cuclillas junto a ella.

—Es mucho, y tengo una deuda. Me descontarán de mi sueldo.

—Oye esta bien, todas mis propinas serán tuya hoy. Ya no lloren, linda.

—No Rea, tu tienes tus propios asunto...Yo me las arreglare...

—No te preocupes por eso — me paro y voy a la mesa de los primero clientes que atendí.

—¿Nos puedes traer la cuenta? — asiento y voy de nuevo a la caja.

Le pido ayuda a un chico que es el gerente, y le miento diciendo que Lana está en el baño, que en realidad es medio cierto solo que sigue llorando como Magdalena.

Saca el ticket correspondiente y me lo entrega, regreso a la mesa y ellos pagan en efectivo. Él chico pelirrojo me da un billete de cien dólares.

—Tu propina — se despide y toma de la mano a su novia.

—Muchas gracias — en mi interior grito y bailo. En el exterior limpio la mesa y corro con Lana.

—Ya no me puedo refugiar en el baño — dice cuando entro, está sentada en los lavabos.

—Es cierto, cariño. Pero, yo soy mágica — extiendo mi billete y lo presumo.

—Rea, es tu dinero. — se limpia sus lágrimas y baja.

—Y tu eres mi amiga, anda vamos a hacer esta cuenta — le ofrezco mi mano.

Se limpia una última vez su nariz, toma mi mano y salgo dando brinquitos para hacerla reír. Cuando estamos en la caja ella hace algo en la computadora y me regresa los veinticinco dólares restantes.

Seguro tendremos más, hay que darle todo.

Quedatelo — dejo el cambio en su mandil.

Antes de que diga algo, me voy de ahí. Sigo con mi turno de trabajo regular, estoy atendido a una pareja de ancianos que no se deciden. Por la ventana veo el estacionamiento, el conocido auto de mi novio se hace presente en el.

No somos tan diferentesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora