Capítulo 22: ¿Dudaste de mi?

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Rea

La clase empezó, guarde mi celular, tome algunas notas. Más y más tarea, salí a mi siguiente clases, pero mi celular volvió a vibrar.

Sam: No te vi, ¿si llegaste a la escuela?

Yo: Si, te veo en el receso.

Cerré el chat, camime a mi segunda clase. El profesor estaba de mal humor, nos dejó un trabajo en parejas y afortunadamente sobraba un espacio para uno, así que lo tomé yo.

Todo continuó norma, quitando que estoy un poco enojada. Voy a cafetería mientras como un dulce, me lo compre para distraerme un poco y concentrarme en disfrutarlo.

No engañes a la gente diciendo eso, nuestra gordura hablo antes que nuestro cerebro.

Si, es verdad.

Me acerco a Sam que está de espaldas, tapó sus ojos y primero pelea por quitarse las manos de encima.

—Soy yo, Rea — digo entre risas.

—Mierda, pensé que me iban a secuestrar — su cara vale oro.

—No creo que tu secuestrador sea muy listo— tomo asiento a su lado —. Yo no te secuestraria en medio de la cafetería donde todos los estudiates nos ven.

—Entre en pánico — pone una mano en su pecho.

—No creo que nadie intente secuestrarte, hueles medio feito.

—Claro yo, tu llegaste y las moscas vinieron por su reina — sonrio increudila.

—Eres un imbecil — trozo mi dulce y le doy la mitad.

—Tu yo del pasado esta decepcionada — recibe el dulce.

—Eramos unos mocosos — entre cierro mis ojos.

Me acuerdo que cuando conocí a Sam fue en el preescolar, mi papá me tenía que llevar ese día, antes de llegar al colegio había un puesto de dulces. Le pedí uno, pero se negó.

En la entrada de mi pequeño salón estaba un chiquillo comiendo una paleta exactamente igual a la que yo quería, mi pequeño ser malicioso hablo:

Tirale la paleta.

Desde pequeña eras una grosera Sara.

Si, lo hice. Su cara giró a mi y sin decir nada se paró y recogió la paleta, la llevó a los baños y la lavó. Me quedé atónita. Al terminar el sonrió y tomo mi mano.

Entrando al salón dejo su paleta en su boca y saco otra de su mochila, me la entrego y se fue a sentar en donde estaba antes. Me quedé para ahí sin saber muy bien que hacer, salí, bajé un escalón y finalmente me senté a su lado.

—Bueno, gracias al universo me tiraste mi paleta y somos inseparables desde ahora — sonreí y lo abracé.

—En mi defensa papá no me quiso comprar una.

—Gracia a Eros.

—¿Cómo te ha ido con Guillermo? — cambio de tema.

—Solo salimos ayer — gira los ojo.

—¿Ves que se siente? — le reclamó.

—¿Y a ti como te va con Aarón?

—Se está empezando a comportarse como un idiota, ayer estamos bien y hoy recibe disque unas fotos y se enoja porque no digo "la verdad".

—¿Te hizo algo? — me toma las manos.

—No, nunca dejaría que me hicieran algo.

—Bien, si te hace algo, me hablas para que también le pegue — sonríe inocente.

No somos tan diferentesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora