Capítulo 31: No necesito viagra

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Rea

Sigo insistiendo al numero de Mar, como también sigo sin recibir una respuesta. Paro a Aarón y lo acomodó entre mis brazos, lo dirijo a su cuarto, estando adentro lo dejo en su cama.

—Quedate aquí, ya vuelvo — lo acomodó mejor poniéndole algunas almohadas.

—No, Rea — toma mi mano

—Tengo que ir por Sam, no me tardo — depósito un beso en su frente.

Asiente y salgo, bajo la escalares a toda velocidad, busco por todos lado a Sam. Camino desesperada por la casa hasta que lo encuentro en la cocina apunto de darle un beso a Memo, carraspeo un poco.

—Rea, ¿qué pasó? — se separan.

Interrumpimos tan lindo momento.

Lo siento, pero Aarón está mal. ¿Pueden cuidarlo en lo que voy a buscar a Mar?

—Claro, ten mucho cuidado — responde Sam.

—¿En donde está? — pregunta Memo.

—Lo deje en su cuarto, segunda puerta a la izquierda.

Ellos van a la planta de arriba y yo salgo, regreso y busco las llaves de su auto, bajo a donde tiene su colección y ahí está la cajita, busco la que tiene el distintivo logo de audi y la tomo, el auto se encuentra ahí mismo, le quitó el seguro y me montó en el.

Arranco, salgo del vecindario. En un semáforo saco mi celular y busco la farmacia más cercana, cuando la encuentro sigo la ubicación que da la aplicación.

En una de mis vueltas, ve una silueta muy familiar, acelero un poco y es Mar. Me acerco rápido a ella, me doy cuenta que un hombre viene detrás de ella, su ropa del tipo está gastada y sucia. Me detengo justo a su lado, bajo sin pensarlo.

—¡Mar! — con los tacones se me dificulta un poco llegar con ella.

Voltea y él hombre también lo hace, me da un chequeo de pies a cabeza, paso por un lado de él y voy a donde esta Mar, ella tiene los ojos lloroso y demasiado rojos igual que su nariz.

—Rea, que alivio — me da un abrazo.

—Hoy me tocará comerme a dos muñequitas — dice el tipo, mordiéndose el labio.

—¿Sabes? A mi se me antoja romper las muñecas de tu mano — sonrió.

—No sabes cuanto me ponen la que son rudas — se va a acercando.

Antes de que llegue mi puño ya está en su cara, se tambalea hacia atrás. Estando en el piso me agacho y tomo su mano, la dobló haciendo que truene.

—Y a mi no sabes cómo me pone romperte la muñeca — se retuerce del dolor.

—¡Eres una zorra!

—Lo se — tomo de la mano a Mar y la subo al auto.

—Mierda, quiero ser como tu cuando sea grande — bromea Mar, ajustando el cinturón de seguridad.

—Tu ya eres increíble — me pongo en marcha —. Dime que hacías sola y llorando.

—Yo...venia a la farmacia, pero ese tipo me detuvo, por un momento me paralice estaba tan cerca de mi y me gano el llanto, pase por su lado y segui caminando.

—Ya estas a salvo — sonrió —. ¿A qué venías a la farmacia?

—Aarón está drogado — dice preocupada.

—Lo sé, cuando llegue lo encontré todavía peor.

—No sé quién fue, pero juro que le partire la cara.

No somos tan diferentesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora