Capítulo 30: Lo lamento

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Rea

Antes de nos regresamos a mi casa el me pide que lo acompañe a otra tienda, es igual que la otra solo que aquí venden ropa masculina. Nos adentramos a ella y un señor demasiado elegante viene con nosotros.

—Señor Thompson, su ropa está lista — sonríe.

—Muchas gracias Clark — asiente, me toma de la mano guiandome a otra parte de la tienda.

Clark le entrega una bolsa y otra caja, se despiden como si se conocieran de años, bueno tal vez así sea. Entrelaza nuestras manos y nos vamos del lugar.

—¿Vienes mucho a estas tiendas? — me gana la curiosidad.

—Papá compra todos sus trajes aquí, una vez me trajo y quedé fascinado, aparte cierran hasta las doce de la noche — hace una mueca de asombro, la cual imitó divertida.

—Debo decir que tienes buenos gusto — me pego más a él.

—Como no, si me gusta ustede, Lang.

Ahora , ya tiene muy buenos gustos.

—Obviamente tienes buenos gustos — digo con arrogancia.

Entramos al elevador, seguimos platicando mientras llegamos al estacionamiento. Aarón quita el seguro del auto y mete todas las compras atrás, una vez todo listo se hace a una lado dándome pasar a el asiento.

—¿Quieres ir a tu casa o quieres ir a cenar algo? — se recarga en la puerta y se ve tan lindo.

—La verdad, tengo hambre — toco mi estómago.

—¿Quieres tacos? — propone.

Siii, por favor.

—¿En serio preguntas? Claro quiero tacos.

Él se reí, camina rápido al asiento del piloto, conecta su celular y como siempre cantamos la mayoría de las canciones que me sepa. Hemos llegado a un carrito callejero, esta chiquito, pero hay bastante gente. Aparca y vamos a pedir nuestra cena.

Nos quedamos parados esperando, él me abraza porque esta empezando a hacer mucho frío y tal vez empiece a llover, mis sospechas sobre eso se confirma con un trueno.

—Tendremos que comer adentro del auto, si no nos mojaremos y no quiero que te dé un resfriado.

Basta, eres muy lindo.

—Estoy tan acostumbrada a que llueva y me moje que no me he enfermado en todo el año.

—Debo comprarte una paraguas — me pega más él y frota mi espalda dándome calor.

—Mejor regalarme tu otro auto — sonrio tierna.

—Todo lo mío es tuyo — me da un beso.

—¡Orden de la señorita Thompson! — grita la que despacha en el carrito.

—Esa eres tú — me dice Aarón.

—Me gusta — tomo su mano y camina a donde están con una bolsas que huele delicioso.

—¿La señorita Thompson? — pregunta cuando llego a la ventanilla.

—Esa es mi mujer — dice Aarón, yo solo río y asiento.

—Su orden — me extiende la bolsa.

—Gracias, que tengan linda noche — tomo la orden.

—¡Comida! — grita.

Adentro del auto empezamos a comer, platicamos de lo que hizo con Noor, ella quiso que la llevara a una comprar unos tacones y después la llevo a casa, comió con sus familia, luego vino por mi.

No somos tan diferentesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora