Capítulo 29: Lo vale

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Rea

Me encanta despertar a su lado, me voy levantando con cuidado, mi cabeza todavía duele. Ayer estuve pensando en lo que me dijo Sam, sus palabras fueron:

Llamos a la policía, lo detuvieron, pero tienes que ir a testificar tu versión.

Me da un poco de miedo, pero tampoco quiero que le haga algo a otra chica. Me pongo unos calcetines cortos y mis tenis, voy al lado de Aarón que esta boca arriba con su brazo flexionado, pobre no le di algo más cómodo para dormir.

Depósito un beso en su mejilla y salgo para ir al baño, escucho ruidos en la sala, me asustó por lo que agarró la sombrilla que esta en el pasillo, es lo único que veo a la mano, no me juzguen.

Oye.

¿Queeeee?

Debe ser Emma, ¿recuerdas que ya esta aquí?

De todas formas reviso, mi mamá está en la cocina haciendo el desayuno, se ven tan tranquila y en paz, es la primera vez que la veo haciendo el desayuno desde los últimos tres años.

—Hola — saluda entusiasmada.

—Hola — sonrio sin mostrar los dientes.

—¿Ya despertarás? Yo diría que descansara un poco más.

—Debo avisar que no iré al trabajo — me recargo en la barra.

—Galletita — me tensó.

¿Por qué? Bueno, porque desde los últimos años no se había preocupado por mi o mi hermano, se estanco sola, dejándome la lucha a mi para mantener bien a Owen, su dinero lo ocupaba para pagar la luz y alcohol.

La luz la pagaba porque todo el día se la pasaba en la televisión, durante estos años se sumergió en su burbuja, la entiendo, un hombre maravilloso se fue de su vida.

—Dime.

—¿Qué fue lo que pasó? — deja de menear las salchichas asadas.

—Un chico de la escuela — comienzo a explicar —, me tomo, acorralandome en la pared, no me toco partes intimas pero si paso sus asqueros labios por mi cuello y cara, su amigo toco un poco mis piernas.

El recuerdo viene a mi mente e inconscientemente suelto una que otra lágrima, mamá se acerca y abraza, lo necesito tanto que colapso en sus brazos.

—Mi amor, estarás bien, ya estoy aquí — acaricia mi cabello.

—¿Lo estarás siempre a partir de ahora?

—Lamento no haberlo hecho antes, pero estar del lado de la paciente y que mis hijos sufrieran viéndome ahí, de alguna manera me cambio.

—Promete que no volverás a esa burbuja — limpio mis ojos.

—Cariño.

—Mamá, prometelo.

—Lo prometo — me da un beso en la mejilla.

—¿Te ayudo en algo? — me separo un poco.

—Despierta a los chicos — saca un plato y depósita las salchichas.

Asiento y voy a ver al pequeño que de hecho ya esta despertando, se estira por toda su cama, empieza a sentarse, toma su dinosaurio y se pone su pantuflas.

—Buen día, señor Lang — le sonrió.

—Buen día, señorita Lang — me imita.

Corro a él, lo lleno de besos mientras le hago cosquillas, su risa me da mil años de vida, lucha por librarse. Paro y los dos jadeamos como perros sin agua.

No somos tan diferentesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora