Capítulo 38: Adoración

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Aarón

Estando ahí viendo su hermosa y preciosa cara, supe que estaba completamente perdido por ella, sus labios son mi adicción, sus pierna un pecado para mi ser y su cariño se a vuelto indispensable en mi vida.

Nos contemplamos unos segundo más y yo registro cada centímetro, sus ojos, su cejas, sus labios, unas cuantas pecas, sus largas pestañas y sus deliciosos labios. Grabo todo en mi cabeza y no cabe duda que para mis ojos es la mujer más perfecta.

—Te amo — es lo único que le puedo decir.

Aunque no hay palabra que exprese lo que realmente la amo, adoro y quiero, porque ella ha sido como un pilar, me sostiene tanto como yo lo hago. Cada beso, cada toque, cada “te amo"; se queda grabado en mi mente. Tampoco creo que exista una palabra que me haga describirla, ninguna es lo suficientemente hermosa.

—Te amo — me da un beso.

Esta vez es diferente, sus labios saben a sinceridad, amor y ternura. Esta vez no hay calentura o deseo.

Ese siempre lo hay.

Eso es demasiado cierto.

—Chicos es hora de regresar — el director no observa a todos lo que estamos por aquí.

Rea baja, toma mi mano entrelazada nuestros dedos y es algo de lo que nunca me voy a cansar. La voy a dejar a su casa de acampar, me toma por mi cuello y me hace bajar para que me susurre algo en mi oído.

—Debes de estar atento a tu celular — me da un beso en la mejilla.

—Lo estaré — sonrió con un idiota.

Cada quien se mete a su casa, el director da un último checo de los alumnos y finalmente se va. A mi me tocó compartir la casa con Sam, Scott y yo, somos tres porque la casa que nos tocó es un poco más pequeña que las otras.

Me acuesto boca arriba, todavía pensando en mi novia. Y como si fuera telepatía me llega su mensaje

Galletita: Sal, ya no hay nadie.

Reviso que los chicos estén durmiendo y están que roncan, río. Salgo de la casa con cuidado, mi vista busca a Rea y esta recargada a un árbol a la derecha de la casa. Camino a ella que me recibe con beso.

—Ven — me toma de la mano.

Confiado en ella la sigo, llegamos a la parte de arriba de las cataratas, en donde el agua cae para formar la cascada. Como en todo el lugar hay demasiados árboles y áreas verdes.

—Bonito lugar — veo hacia el cielo y esta repleto de estrellas.

—Por eso lo escogí — me imita.

Me abraza dejando descansar su cabeza en mi pecho, le doy un beso en la frente y seguimos viendo las estrellas. De un momento a otro empieza a dejar besos donde estaba su cabeza, el roce de sus labios me hace estremecerme y sin control alguno mi cuerpo se empieza a calentar.

Se para de puntitas tomando mi nuca, roza sus labios provocándome, espero un beso en los labios pero no llega. Estoy por protestar cuando los siento en el cuello y sin querer se me sale un gemido.

No somos tan diferentesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora