Nineteen

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Ignorando los llamados de Taehyung salgo disparada del comedor sin importarme haber quedado como una posible idiota delante de la Masnoban y sus amigas.

No me apetece hablar con alguien en estos momentos y llorar no era algo que me defina porque no soy la típica niña débil que cree que llorando podrá solucionar las cosas o sentirse mejor. Aunque no niego que siento ese nudo ardoso en la garganta que no me va a dejar en paz por un rato.

Iba furiosa y quería estar sola para que mi furia no terminase afectando a alguien, no había nada ni nadie que aplaque este sentimiento que me está dominando y parece querer tener el control de mi durante mucho tiempo.

Crucé el camino de piedras en dirección a la facultad de economía, voy a la velocidad de la luz he ingreso directo a las escaleras. No tengo un objetivo aún de lo que voy hacer y lo único que quiero es gritar para por lo menos de esa manera drenar este sentimiento de molestia. La soledad es visible a medida que voy subiendo cada escalón sin rumbo, solo sé que con cada peldaño el silencio el cuál solo es apañado por el ruido que ocasionan mis zapatillas deportiva es lo único que existe a mi alrededor.

Caigo en la realidad de que ya no tengo a donde más ir, me enfoco en una puerta con un letrero que dice salida de emergencia y no lo pienso dos veces para abrirla, recibiendo de primero el impacto de la brisa fresca en mi rostro más la bienvenida de la escandilante luz proveniente del sol a pleno mediodía. No sabía, o mejor dicho no me imaginé que la vista de la ciudad desde la azotea de este edificio fuese tan pacífica.

El paisaje me hace pensar en muchas cosas, como por ejemplo qué tan egoístas podemos ser los seres humanos para obtener lo que queremos. Es decir, desde esta altura donde pareciese como si tuviese toda la ciudad a mís pies me imagino que sentirá mi madre en este momento donde ha desatado un caos.

Me molesta que su ambición haya estado primero ante todo, especialmente primero que nuestra familia y bienestar.

Me acerco quedando muy cerca del precipicio, a lo lejos se ve un montón de edificios que hacen que mi imaginación agreguen de fondo él sonido caótico de la ciudad. Escucho el chillido que produce la puerta a mis espaldas y no hace falta que voltee para saber de quién se trata, la respiración acelerada de Jungkook termina delatandolo por si solo.

— Seongji... ¿Que crees que estás haciendo...?

Bufé ante el tono que usó en sus palabras, son como una mezcla entre miedo y alerta y me ofende que crea que soy como esas niñitas capaz de cometer una locura para solucionar los problemas.

— No voy a suicidarme si es lo que piensas— Doy un paso más al frente quedando a tan solo dos del precipicio, por cierto que no tiene barandas sino una base de unos veinte centímetros de altura.

Es peligroso, lo acepto.

Siento como Jungkook se acerca hacía mí con pasos silenciosos, quise reírme por su intento de acto erohico.

— Aún así... — Habla siendo cuidadoso de que no me de cuenta lo traumado que se escucha— Puede ser peligroso Princesita.

— Por Dios Jeon, nada puede ser más peligroso que una chica rebosando en furia— Espeto sin voltearme — Haz el favor y deja de perseguirme no voy a matarme.

Jeón suspira.

— Entiendo que quieras estar sola, pero... A veces no es bueno Seongji yo sé porqué te lo digo— Dice. — Puedes compartir tus sentimientos con alguien, mira, el desahogo siempre es importante.

Cierro mis ojos con fuerzas un segundo evito soltar gruñidos frustrantes, ¿Porque todos quieren meterse en mi vida?.

Abro los ojos de nuevo y giro encarando a Jungkook.

Wings (Finalizada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora