CAPÍTULO 21

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La mañana del día siguiente no es como quisiera que fura.

Me siento algo cansada y el clima nublado no ayuda a mi ánimo, aunque no me desagrada.

Me baño con agua calientita y al salir lo primero que hago después de secarme es ponerme unos calcetines gruesos en mis pies.

Salgo envuelta en mi bata afelpada y veo mi closet sin saber muy bien que ponerme.

La música suena en mi bocina y es lo que logra quitarme un poco esa sensación incomoda del cuerpo.

Me pongo unos pantalones negros junto con un suéter grueso de lana de color rojo junto con unas botas negras que me llegan hasta la rodilla.

Apago la bocina tomo mi celular y salgo a la cocina.

Paso por la puerta de Tayler y veo la hora en mi  reloj.

Cinco y cuarto de la mañana.

Mi horario es más volátil que nunca.

Paso intentando hacer el menor ruido ya que sé que mi compañero ha de haber llegado tarde anoche.

Le pongo un mensajito de buenos días en un post-it que pego en refrigerador y salgo del departamento.

Mientras conduzco el coche de Tayler, que me pidió que me llevara, después de decirme que el llevaría al mecánico a mi pequeño cachivache, veo algunas tiendas de café por las que paso llenas de gente, tapados con suéteres y esos vasos humeantes de algún liquido caliente.

Veo el cielo gris y sé que una gran tormenta va a caer.

Pongo mi señal de vuelta a la derecha y entonces a lo lejos puedo ver el gran edificio.

Me estaciono en mi plaza y veo que al lado el coche gris oscuro ya está en su lugar.

Me bajo del coche y tomo mis cosas del asiento trasero.

Empiezo a caminar a la puerta de entrada cuando escucho una puerta cerrarse a mi espalda.

Me giro hacia el sonido y veo al doctor Vosk con una camisa negra que se ajusta a su figura junto con unos pantalones hechos a la medida y zapatos lustrosos y su maletín en su mano izquierda.

Hago como que no lo he visto y continúo mi camino.

Empujo las puertas de cristal y camino hacia los elevadores, pulso el botón y me alejo esperando que los números desciendan mientras muevo mi pie con nerviosismo.

Entonces siento su presencia mi costado.

Aquella intimidante figura y aquel respeto que impone me es agobiante.

Las puertas se abren y veo a varias internas arreglando sus uniformes junto con su identificador pero en el segundo que una ven al doctor Vosk codea a otra y todas se paran derechas y sonríen como si hubieran visto un gran galón de agua fresca en medio del desierto.

Pongo los ojos en blanco y subo al elevador seguida por Vosk.

Pulso el botón del piso de cirugía general.

-¿A qué piso va doctor Vosk?-digo por cortesía ya que yo soy la más cercana a la consola.

No lo miro, me es incómodo verlo y saber que la noche anterior quiso pagar mi cena e incluso me miro como si me quisiera tres metros bajo tierra. Cosas completamente contradictorias.

Y tengo la intención de preguntárselo pero sé que no es el momento adecuado.

-Doce, por favor-dice y yo asiento y pulso el número.

ENTRE SANGRE Y TINTA (TERMINADA) √Donde viven las historias. Descúbrelo ahora