CAPÍTULO 36

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La noche callo a nuestro alrededor, Alaska es uno de los lugares donde las horas de luz escasean y tienes que aprovecharlas al máximo.

El frio empieza a golpear las puertas de las casas avisando que es momento de cubrirse hasta las orejas, literalmente.

Me pongo mi chamarra y tomo las llaves de mi coche y emprendo mi camino al hospital.

Una emoción poderosa me tiene enjaulada y cada vez que la distancia se acorta mi corazón palpita con fuerza.

Se a qué se debe esa reacción, a quien, y me sorprende mucho, me agarra desprevenida.

A un punto de que cuando estoy enfrente de las puertas del hospital mi corazón golpea con fuerza contra mi pecho e intento ignorarlo pero me es imposible.

Incluso me da ansias de que en este espacio reducido se pueda escuchar.

¿Cómo pudo pasar tan rápido?

¿Cómo es posible que pase de quererlo lejos a quererlo cerca?

Incluso pienso que me estoy volviendo loca, no es posible.

La curiosidad mato al gato.

Subo al elevador y presiono el botón que me llevara a la sala de descanso donde suelo dejar mis cosas, las puertas se cierran de apoco pero una mano las detiene.

Me pego más a la derecha del elevador donde están los botones para dejar pasar a la persona cuando la veo.

Ella me mira y se sube al elevador y presiona el botón de la última planta.

Las puertas se cierran y empezamos a subir en completo silencio.

Veo los números del elevador con tranquilidad.

-Se lo que buscas aquí-dice y yo la miro confundida.

-¿Qué es lo que busco?-le pregunto con curiosidad de ver con que va a salir esta vez.

La miro y ella me mira con soberbia.

-Él no te conviene-suelta con seguridad provocando que la mire frunciendo el ceño.

-No sé a qué se refiere-la miro con tranquilidad regalándole una sonrisa.

-No seas sínica conmigo niñita-murmura entre dientes.

-No lo soy, pero tus suposiciones o creencias no me incumben ni me interesan-le digo sintiendo que mi control se quiebra adentro de mi pero mantengo la sonrisa de tranquilidad en mi rostro.

-No me intimidas porque vayas a hacer un libro de este hospital, si es lo que crees-dice y yo la miro y niego.

-Entonces me alegra que sea por otra cosa por la que se sienta intimidada por mí, porque está en lo cierto, hare un libro y puedo poner o quitar lo que yo crea mejor y créame, mi percepción de lo mejor es muy alta-le digo y justo el elevador se detiene y yo salgo dejándola con los ojos echando chispas.

-Aléjate de él, no es un hombre que se pueda comprometer, no te pertenece-es lo último que dice pero ni siquiera me molesto en mirarla.

Camino hacia la sala de espera con sus palabras retumbando en mis oídos.

Una cosa me queda clara, la doctora Bekler siente algo por el doctor Vosk.

¿No me conviene estar con él por ella?

¿O es por él en verdad?

Es incluso absurdo que le esté dando vueltas a esto.

Sacudo la cabeza y salgo de la estancia para caminar con tranquilidad por el hospital.

ENTRE SANGRE Y TINTA (TERMINADA) √Donde viven las historias. Descúbrelo ahora