CAPÍTULO 30

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Camino de un lado a otro en este incesante y oscuro pasillo.

Viendo de vez en cuando con nerviosismo su puerta por la que he estado muy tentada de tocar.

He alzado el brazo para tocar la madera pero se ha quedado a simples centímetros de distancia de esta.

Mi pie ha querido patearla con fuerza con frustración, mi cabeza se ha inclinado bastantes veces contra esta pero en ninguna me he animado a abrir la boca y pedirle que saliera.

No se por cuánto tiempo he estado caminando de un lado a otro por este pasillo.

Mordiéndome la uña, jugando con el reloj de mi muñeca que me puse al sentirla vacía.

¿Qué le piensas decir?

Esa pregunta ha rondado mi cabeza por demasiado tiempo que se ha grabado en cada parte de mí.

¿Qué harás cuando abra la puerta?

No lo tengo claro.

Lo único que tengo claro es querer saber, saber lo que sea, que me explique porque estoy al borde de un infarto o un brote psicótico.

Esto es lo que hace este hombre conmigo, viene y va, me odia, me necesita.

¿Pero qué demonios le sucede?

¿Qué demonios me sucede?

Estoy enfrente de su puerta y me le quedo mirando como si fuera el gran enigma del universo.

Lo cual es gracioso ya que el enigma está dentro.

Suspiro y me paso las manos por el pelo.

Entonces siento el cansancio alcánzame sin compasión, como si mi cuerpo me dijera que esta situación se salió de control.

De mi control, hace mucho tiempo.

Doy vuelta hacia mi habitación.

Decidiéndome por abandonar esto, por dejarlo estar.

Entonces escucho un crujido a mi espalda.

-Vas a terminar dañando mi piso-dice su voz grave a mi espalda y me tenso por completo.

Porque ya no tengo otra manera de evitarlo, aunque muy en mi interior, la verdad y el alivio de que haya salido florecen con fuerza.

Porque al parecer era lo que estaba esperando.

-¿Necesita algo señorita Haler?-pregunta y mis manos juegan con el lazo de la bata de algodón.

Sintiendo un repentino frio que despierta cada parte que estaba rendida hace tan solo unos segundos.

-Me estoy volviendo loca-admito por fin, mi cerebro traicionándome y aliviándome a partes iguales.

Me volteo y lo enfrento pero lo que mi mente no se esperaba era encontrarlo con tan solo su pantalón de pijama.

Madre de los libros, pero que cosa.

Sus fuertes brazos con unos bultos fuertes y prominentes, sus anchos hombros y sus abdominales duros y marcados, todo a la orden, a plena vista.

Su suave piel me incita a tocarlo, la tentación está ahí y solo se queda en eso, exijo a mi cuerpo en que se quede en eso.

Carraspeo y siento mi mejillas incendiarse en un rojo vivo pero doy gracias a la escasez de luz, esperando que eso ayude a disimular mi horroroso y repentino acaloramiento.

Demonios y yo que solo creía que mi cuerpo funcionaba con los personajes ficticios.

Nota: Mi cuerpo está perfectamente bien.

ENTRE SANGRE Y TINTA (TERMINADA) √Donde viven las historias. Descúbrelo ahora