CAPÍTULO 37

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-Haler-dicen a mi espalda.

Giro sobre mis pies y me encuentro con el rostro de Vosk.

-Hola-le sonrío y él mira a mi espalda y yo sigo su mirada viendo a dos enfermeras viéndonos con interés, bueno, más a él que a mí si somos honestos.

-Acompáñame-me pide llamando de nuevo mi atención.

Lo miro y asiento.

Los dos nos alejamos de ahí con paso tranquilo.

Llama a uno de los tantos elevadores que hay en este hospital y esperamos a que este llegue.

-¿Qué tal el caso con la doctora Bekler?-intento sacar conversación ya que parece algo tenso.

-Todo salió bien, gracias por preguntar-no me acostumbro del todo a su amabilidad, pero me gusta, mucho.

Las puertas se abren y los dos subimos.

Él pulsa el botón del último piso y sé que vamos a su oficina, no sé porque ir ahí me pone tan nerviosa.

Lo miro y él ve las puertas del elevador.

-¿Sucede algo malo?-le pregunto al verlo tan tenso.

Niega con la cabeza.

Suspiro con frustración.

-Creí que habíamos progresado con esto-digo negando con la cabeza.

-Lo hicimos-afirma y yo lo miro incrédula.

-¿En serio?, ¿de verdad crees que hemos hecho un progreso?-le pregunto alzando una ceja.

No me mira.

-Ni siquiera me miras-ruedo los ojos y me cruzo de brazos.

No dice nada, los dos subimos en silencio y una extraña sensación se instala en mi pecho, lo miro y parece...nervioso.

No digo nada, espero que él pueda contarme lo que sucede.

Las puertas del elevador se abren y Vosk espera a que yo baje primero, camino hacia su oficina con él detrás de mí.

Me paro frente a su puerta y veo su placa.

Dr.Vosk, jefe de Trauma

Esta brilla con la luz.

Él pone su huella y la puerta se abre con un clic.

Me deja pasar primero y mi corazón retumba en mi pecho al recordar las veces que he estado aquí.

-Por favor, toma asiento-me pide y lo miro quitarse la bata y colgarla en un perchero a la entrada.

Su camisa es azul oscuro resaltando sus ojos y su cabello negro.

Veo las sillas de curo y camino hacia ellas y me siento cruzando las piernas.

-¿Quieres algo de tomar?-me pregunta yendo a la licorera.

-¿Tienes agua?-le pregunto y él asiente.

Se sirve un poco de alguna bebida oscura, casi ámbar.

-Gracias-le digo cuando deja un vaso con agua enfrente de mí.

Se sienta en la silla y me mira con el vaso en la mano.

Su mirada no se despega de mí y siento que mis mejillas se ponen rojas bajo su exhaustivo escrutinio.

Lo miro con curiosidad.

-No soy bueno para ti-sus palabras no me sorprenden pero si se quedan rodando en mi cabeza.

ENTRE SANGRE Y TINTA (TERMINADA) √Donde viven las historias. Descúbrelo ahora