Su mirada es seria, imponente e incluso podría decir que algo fría.
Severo, como un rey en su trono, uno cruel.
Su mandíbula perfectamente dura y marcada, sin rastro de vello facial, todo en él es pulcro y alineado.
Controlado.
-¿Por qué te fuiste?-pregunta y su voz se queda más tiempo del esperado en el aire.
Como si el aire estuviera disfrutándolo, reteniéndolo el mayor tiempo posible.
-Anne me necesitaba-intento que suene tranquilo pero parece más como si estuviera declarando algún delito.
Un delito que me ha traído hasta aquí.
-¿Dudaste?-pregunta mirándome, no hay ni una sola pizca de vacilación y yo frunzo el ceño confundida por aquella pregunta.
-¿Dudar que?-lo miro ladeando solo un poco la cabeza, su mirada me cohíbe, entonces intentando sobrevivir lo más posible, desvió mi mirada al fuego.
-¿Dudaste el irte?-su voz es un tornado en mis oídos, fuerte y arrasador.
-¿Importa?-pregunto casi en un susurro, observando como la llama se balancea de un lado a otro, viendo como el fuego resplandece.
-Sí, así sabré si vale la pena tener la conversación que nos ha traído hasta aquí-asevera y yo lo miro con rapidez.
-¿Entonces si doy una respuesta que no le guste todo se acaba?-pregunto agarrando solo un poco de valor, solo un poco y es valor de rabia, uno peligroso.
Me mira y yo bufo bajito sabiendo que no me va a contestar.
Considero solo un segundo mi respuesta pero al final me decanto por la verdad.
-Sí, lo dude-afirmo y me muerdo el interior de la mejilla, nerviosa.
-¿Por qué?-pregunta frunciendo solo un poco las cejas, se inclina más hacia mí, los dos rasgos derrochando interés.
Lo miro y luego a mis manos.
-¿Vamos a hablar de lo que hemos venido a hablar o va a seguir interrogándome sobre si dudo o no de mis decisiones?-cuestiono y lo miro con algo de molestia, fastidiada.
-Tiene una habitación en la parte de arriba, es al único lugar al que puede ir y no es porque la retenga aquí, la tormenta lo hace-aclara sin desvía un segundo la mirada de mí, n siquiera para observar o verificar su afirmación sobre él clima y lo peor es que se reclina en el sillón de una manera...confiada.
Con seguridad y control.
La desesperación y ansiedad empiezan a abordarme, la frustración atrae emociones peligrosas.
Entonces estoy tentada a subir a aquella dicha habitación y encerrarme e irme por la mañana.
Pero, ¿que ganaría con todo aquello?
Simplemente me vería inmadura y con severos problemas de control.
Y la realidad es que quiero saber todo lo que tenga por decir, por explicar.
Huir no es una opción, no con él.
Lo miro y él me observa, me analiza, cada reacción, cada gesto, todo y ahora me doy cuenta que lo ha hecho siempre.
-Lo dude porque no sabía si tendría otra oportunidad.
No me avergüenzo al decirlo, lo miro y él asiente y vuelve a poner sus codos sobre sus rodillas.
-Aceptaste porque eres demasiado curiosa para tu propio bien-afirma, no lo duda y aquella seguridad provoca un escalofrió que me recorre entera.
No contesto, no se hacerlo, este ser hace que todas mis respuestas buenas, y quizá algo sarcásticas, se escapen de mi cabeza y que las palabras atontadas aparezcan en respuesta.
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ENTRE SANGRE Y TINTA (TERMINADA) √
Ficção Adolescente-¿Qué...que quiere hablar conmigo? Se gira hacia mí mirándome con intensidad, una intensidad que me asusta porque parece mala, parece odio. -No quiero que sigas huyendo de mí. Jamás me había sentido tan pequeña al lado de alguien. -No quiero que sal...