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Cuando Mateo despertó se había encontrado con el rostro de Manuel, estaba dormido mientras le abrazaba por la cintura. Si no sintiera ese leve dolor pensaría que había sido todo un sueño.

Pero no lo fué...
Manuel Vainstein ahora estaba sobre su cama, desnudo, tomándole de la cintura y profundamente dormido. Mateo sonrió, la mayoría de las veces que solía dormir con alguien más siempre era de una sola noche, siempre, solo que ahora era la excepción.

En este momento era tan diferente, se sentía incluso diferente. Jamás llegó a pensar que le provocaría tanta felicidad haber estado con alguien, haber estado con Manuel que simplemente acepto que le hacía sonrojar y sentirse como nunca se había sentido, tan vulnerable y tan encantador.

Como pudo miró la hora en su celular dándose cuenta que a clases ya no podían llegar, bueno, la situación lo ameritaba muchísimo así que no le importó mucho.

Suspiro mirando el rostro relajado de Manuel, viendo cómo empezaba a despertar frunciendo su nariz con esos labios rosados que tanto le habían causado.

—Matu...—murmuro algo ronco causadole escalofríos, Vainstein se pasó sus manos por su rostro—. Buenos días—saludo enfocando su mirada en el rizado a su costado. Mateo sonrió viendo como Vainstein lo acercaba a su cuerpo por su cintura.

—Manuel—dijo extrañandose del comportamiento meloso del castaño. Manu sonrió de labios con sus ojos cerrados restregando su rostro en la mejilla del menor.

—¿Cómo te sentís?—pregunto acariciando su cintura por debajo de la frazada—. ¿Te duele algo?

—Un poco... así que preparate para tu funeral—contesto Mateo, acarició la mejilla del mayor con una mirada burlona y dulce a la vez.

Manuel lo envolvió en sus brazos besando su frente. —Me encata tu cabello rizado—pareció ronronear mientras se hundía en la cabellera de Mateo—. Es tan suave...

—¿Desde cuándo sos tan meloso conmigo?

—Desde ahora cariño, así que no lo arruines—contesto Manuel besado sus labios tiernamente.

Corazzina sonrió alejándose para salirse de su agarre, debía de bajar para ver si su padre había llegado a dormir, además de que debía desayunar ya tenía algo de hambre.

—No. Hay que quedarnos así un rato más—gimoteo Manuel abrazándose al menor, Palacios realmente estaba extrañado por su comportamiento.

—Debo ver si mi viejo llegó, tengo hambre también. Deberíamos de ir a desayunar.

—No, te quiero acá conmigo—se volvió a negar, Corazzina suspiro sintiendo las manos ajenas pasearse por sus muslos—. Creí que ayer te habías llenado lo suficiente.

Manuel busco la mirada de Mateo sabiendo lo que quería decir, encontrandose con sus mejillas rosadas mirándole fijamente. Segundos después Vainstein se rió besando su hombro.

—Mentira Teo, no te enojés...—Palacios se mordió el labio recordado algunas escenas de ayer en la noche, y llevando su mano lentamente por debajo de la frazada, alcanzó la extensión mañanera del castaño tomandola en la palma de su mano.

Manuel se contrajo entreabriendo sus labios mirandole con advertencia.
—Sos imposible Manuel Vainstein—hablo Mateo empuñando su erección, el mayor gruño de deseo antes de juntar sus labios en un beso más intenso.

Una última descarga de placer.

Mateo quitó la frazada quedando ambos expuestos sobre el colchón, subiéndose a su cadera sin dejar de besarlo. El mayor se irguió recargandose sobre la cabecera de la cama tomando su cadera, Mateo con la extensión rozándole, se agarró de la cabecera empujadose  hacia adelante.

ƇƠƝƬƦƛƦƖƠƧ·TruepliK·Donde viven las historias. Descúbrelo ahora