Tan lejano como el oeste; Kookjin

2.

Pasadas dos semanas, el señor Song logro contratar a diez bellas jóvenes que comenzarían por integrar su grupo de entretenimiento en donde esperaban que la prima de Jin, le diera respuesta. Para esos momentos, el chico y el hombre de entrada edad veían como un caso perdido pedirle ayuda a una joven respetable como ella.

Pues las repuestas en carta solo tardaban seis días de ida y vuelta y ellos ni siquiera habían recibido la respuesta aún.

— Esto fue una pérdida de tiempo chico, es mejor ahora que nos despidamos de este lugar y digamos adiós a nuestras vidas...

— Señor, su actitud pesimista me revuelve el estómago. No necesito más de eso. ¡Vamos a lograrlo! ¡Encontraré a alguien aquí que pueda...!

De las puertas se escuchó un sonido sordo y ambos hombres giraron su cabeza encontrando una figura alta vestida en seda y bucles dorados adornando su melena.

— ¡Adorado primo, que alegría verte de nuevo!

— ¡Dahyun!

— Ya no sufras más, decidí darte mi respuesta de manera personal hermoso primo. ¿No hice que tus esperanzas murieran o sí?

Ambos hombres sintieron pena por haber dudado un poco pero no lo hicieron visible. El pariente de la chica le arribo con preguntas de todo tipo en donde destacó aquella del empleo que le estaba siendo ofrecido.

— ¡Por supuesto que te ayudare cariño! Para mí no hay nada mejor que reformar a señoritas para que sigan mi ejemplo.

— Suena más a que le gustan mantener las cosas bajo su control, si me lo permite señorita.

El señor Song le mostró una sonrisa sincera a la joven que sin molestarle asintió llevándole la razón al hombre de entrada edad.

— Mi prima es una anarquista en el trabajo señor, por eso no pensé en nadie mejor que ella para esto.

— Elevaremos este sitio por los cielos. Será benefactora Mi estancia aquí, le puedo asegurar eso o mi nombre no es Kim Dahyun.

El muchachito no sólo habia logrado traerle al señor Song una hermosa joven que estaba dispuesta a llevar el toro por los cuerpos y darlo todo por el lugar que alimentaba a sus primos, sino que había logrado atraer a muchos habitantes con su carisma y a los citadinos dispuestos a ver el show de apertura que se disponía a estar listo en dos semanas.

Corrían con poco tiempo y el plazo del pago siguente también estando a la vuelta de la esquina, así que con decisión todos pusieron manos a la obra para agilizar el espectáculo.

El más emocionado de eso fue Jin, limpiando tantas veces los pisos, adiestrando los barriles de cerveza, cerciorarndose de que los nuevos empleados hayan entendido su explicación y proporcionando comodidad a las señoritas del espectáculo.

Todo iba viento en popa.

Con sus mejillas chispeantes y unos ojos soñadores, caminaba de regresó a su hogar cargando su único abrigo de piel que había conservado como regalo de su difunto padre.

La noche caía con ventiscas heladas que aún así no lograron disminuir la emoción del joven de cabellos rosados que trataba de encogerse dentro de la enorme prenda.

Pensaba en que nada podría fallarle ahora, entonces debería llegar a casa y tomar de la mesa la lista de preparativos que debía conseguir para el festejo de su hermano menor Yeonjun. Sabía que entre esos pedidos estaba recoger de la estación de trenes a su otro hermano menor; que al morir su padre había tomado la decisión de estudiar para salvar a las personas o intentar hacerlo.

Jimin era incluso más soñador que él, pero Jin no pudo arrebatarle su sueño como lo habían hecho con el suyo, aunque no hubieran querido hacerlo.

Por eso trabajaba turnos completos que el señor Song estaba dispuesto a pagar.