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Seokjin se dejó caer en el banquillo frente a la taberna viendo como el señor Song contaba con manos temblorosas las grandes sumas de dinero que habían ganado en todo ese primer día.

— Señor Song, ¿puedo ayudarle con eso?

El anciano asintió atónito con algunas lágrimas en sus ojos, Seokjin sonrió con ternura acercándose a él.

Mientras el muchacho de cabello rosado le ayudaba contando frente a él los billetes recaudados y apilando las monedas en la barra, Kyunsun seguía tarareando una melodía sobre querer dejar el trabajar e irse a dormir haciendo reír al joven detrás de la barra que continuaba a lado del viejo Iseul.

— Es impresionante señor Song, esta cantidad es casi la recaudación de una semana.

Todos quedaron impresionados con ese comentario.

Sobretodo el viejo hombre que aún no podía creer aquello que escuchaba. Pensó en la sonrisa de su esposa cuando hablaban de que ese lugar llegaría a ser tan importante, ahora lo estaba llevando a cabo.

— Gracias chicos.

A modo de respuesta ambos jóvenes sonrieron. Cerraron el local y partieron a sus casas bajo la bella luz de la luna que los cubría. Kyunsun acompaño a su amigo con la única excusa de asegurarse de que éste llegara con bien a su hogar.

Y Seokjin no se nego a eso.

— Te aseguro que lo que vi ese día era real. Esos citadinos de Dizzying estaban intentando robar en la pastelería de la señorita Lee y su hermana, fue una suerte que yo estuviera allí para ahuyentarlos.

El castaño siguió caminando a la par de Seokjin que escuchaba atento sus palabras. Los residentes del pueblo vecino tenían una mala reputación entre los demás, pero él siempre había pensado que solo eran palabrerías en contra de los buenos ciudadanos de Dizzying.

Lastima que aquello era verdad.

— ¿Lo comentaste en la comisaría para que se hagan cargo de los patrullajes?

— ¿Cómo? Hoy fue un día apretado en la taberna y el hijo del sheriff ni siquiera me prestó atención ni un segundo.

Seokjin recordó la palabras de su amigo acerca del mal aura que Jungkook tenía consigo. ¿Qué bicho le habría picado para ser de aquella forma?

Por mucho que quisiera olvidar todo lo relacionado a Jungkook y sus prohibidos sentimientos, sabía que era aún más difícil ignorarlo y vivir sin él.

— Hablaré con él esta noche.

Kyunsun pareció haber esperado esas palabras todo el día porque sonrió con ganas y alzó los brazos al cielo dándole gracias por hacer que cediera.

— ¡Genial! Espero que se encarguen de esos bandidos pronto y que tu problema con Jungkook termine. ¡Nos vemos mañana, Jin!

Se dio la vuelta a mitad de camino dejando al pelirosa con una mano en el aire y llamándole con confusión, sólo hasta que escucho un ruido ajeno detrás de él supo que no estaba sólo.

Su mejor amigo esperaba con las manos en sus bolsillos y mirado también como el andar del cobarde Kyunsun seguía sin detenerse.

— ¿Hay bandidos en la zona?

Jin tomó aire antes de darse la vuelta y asentir mirando directo a los ojos de Jungkook.

— Kyunsun miró anoche como residentes de Dizzying intentaban robarle a la señorita Lee.

Jungkook frunció el ceño por unos segundos.

— ¿De Dizzying, dices?

El pelirosa asintió sintiéndose aún más confundido por la mueca en el rostro del azabache.

Tan lejano como el oeste; KookjinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora