7.

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Yeonjun se sentía sumamente feliz con los obsequios que había obtenido de todos ese día en su fiesta de cumpleaños, y aunque le había costado despegarse un poco de su hermano Jimin, comprendió que volvería a verlo pronto cuando las fiestas estuvieran cerca.

Y no le tomaría más que unos cuantos meses.

Su obsequio favorito había sido el de su hermano Jin; era un hermoso conejo de cristal tintad de purpura con destellos plateados en las orejas, patas y nariz. La sola idea de tener algo tan delicado, le daba a Yeonjun el deber de cuidar de algo más que el mismo.

Por su parte, Jungkook sentía que podía descansar sin la presencia del castaño cerca, haberlo tenido en el pueblo se sintió esta vez más sofocante que en ocasiones anteriores.

Incluso después de la fiesta del hermano mayor de Jin, este había tomado una distancia considerable de él.

No le tomo mucha importancia creyendo que sería debido a la estancia de Jimin en el pueblo, pero una vez que éste había partido, las cosas no habían cambiado entre ambos.

Jin seguía sin mirar en su dirección, las ventanas de la habitación del chico no se abrían para él en sus rondines nocturnos. Ni siquiera cuando dejaba el trabajo para tomar un trago con el viejo Song, el chico parecía querer hablarle.

Está comenzando a irritarse.

— Oye, Jin.

El de cabello rosado dio un saltito pequeño en el sitio detrás del mostrador, había estado tan concentrado ese dia ahora que la apertura de la nueva taberna estaba e sus hombros. Tanto el como el señor Song, habían estado lidiando con todo esto y aquello.

Había logrado ignorar a Jungkook lo suficiente, pero ahora...

— Dame un tarro de cerveza de raíz, ¿por favor?

— Enseguida sale.

— Y Jin...

— ¿Si?

Si las cosas iban mal entre ellos debían arreglarlo, vaya, Jeon ni siquiera sabía que había hecho mal.

— ¿Tu turno termina a la misma hora?

— S-sí, es decir no... Tengo que limpiar los pisos y vigilar a las doncellas...

— Bien. Esperare en tu casa entonces. Creo que tenemos algo de qué hablar sobre estos días.

Por supuesto que sabía que Jungkook no pasaría por alto su indiferencia. Pero esperaba que tardara un poco más de tiempo en hacerlo.

— Te veo allá.

Después de terminada su bebida, Jungkook tardo unos minutos más antes de irse. Las doncellas alzaban los vestidos como practica de su espectáculo y le daban al pelinegro un adelanto de lo que vería cuando se dispusiera a venir al día siguiente para la inauguración del lugar.

No le habría dado importancia a la presencia de su amigo en el local, de no ser por su mirada de águila puesta en una de las jóvenes más hermosas que abrirían el espectáculo.

Gracias a Kyunsun, logro rescatar un tarro de cristal que estuvo a punto de tirar al suelo.

Porque la imagen de Jeon Jungkook coqueteando descaradamente con la señorita Kim Jisoo le había desgarrado el pecho.

Era un idiota por enamorarse del único chico que no debía.

El resto del día, no fue mejor para él, pues el señor Song le afirmo que si aquello no resultaba con el éxito que habían planeado, terminaría cerrando por definitiva el lugar para irse junto a sus hijos a la capital.

Tan lejano como el oeste; KookjinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora