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Las lágrimas seguían cayendo involuntarias y rebeldes por su rostro y el aire le faltaba por haber corrido lejos de donde estaba.

No quería volver a encontrarse jamás con Jungkook, lo había herido al decirle aquellas palabras que no esperó recibir de su mejor amigo. Quizás... solo quizás... esperaba que fuera un poco comprensible, como lo habría sido su padre si él siguiera en vida, o como lo fue Yoongi cuando lo conoció.

Pero sin embargo, fue mirado con repulsión en sus ojos negros.

Cuanto le lastimó esa mirada.

— ¡Seokjin! ¡Seokjin, espera!

Detuvo su andar cuando reconoció la voz familiar entre su lío de problemas.

Se giró al ver al joven que corría hacia él viéndose cansado, pero aun así luciendo como siempre un porte elegante. Sus cabellos dorados estaban revueltos y su nariz ya había dejado de sangrar debido al golpe que con anterioridad había recibido, mas su labio era algo terrible que oscurecía el delicado rostro amigable.

— Me hiciste correr la maratón de mi vida, espera un poco.

Se dobló por la mitad poniendo sus manos en sus rodillas y aspirando tanto aire como podía, Jin seguía en un pequeño trance solo viendo al rubio hacer el esfuerzo por tranquilizar su respiración.

Había olvidado a Yoongi por un segundo.

— Lo siento Yoon, no creí...

— No. Tu no debes pedir disculpas de nada Jin, he sido yo quien cometió una imprudencia y pague por ello más rápido de lo que creí.

Cobro la compostura y llevó una de sus manos hacia su nariz, siseo de dolor al tocarla. Jin se sintió apenado por eso, Jungkook era una bestia, no sabía hacer otra cosa que responder con golpes. Eso le había enseñado su padre y él aprendió de mala forma.

Cuando pequeños, los padres de ambos niños eran amigos pero eran polos completamente opuestos. El padre de Jungkook predicaba la violencia y se justificaba diciendo que era la forma más rápida de cobrar justicia: con sus propias manos.

Mientras que el padre de Seokjin odiaba a ese tipo de hombres diciendo que no había diferencia entre un animal y ellos.

Aun así, ambos hombres fueron alguna vez amigos.

— Namjoon va a matarme cuando le diga.

Por supuesto, el amante de Yoongi. Sus mejillas se tiñeron de rosado mirando al rubio que miraba al suelo con tristeza. ¿¡Porque lo había intentado besar si tiene pareja!? ¡Ahora estaba furioso con Yoongi y con él mismo!

Que tonto fue, lo olvido.

— De verdad lo siento, Seokjin. No deseo que te enfades conmigo porque eres un gran amigo y una gran persona, pero Jungkook no te merece. Sé que te he dicho que hombres como él suelen ser unos cabezotas y muy imbéciles, lo reconozco.

Seokjin sonrió quitando unas cuantas lágrimas de sus mejillas. Yoongi se describía a sí mismo, lo sabía por viejas vivencias que el chico le había comentado.

— Pero no debes seguir soportándolo. ¡Patea su lindo trasero engreído!

Una risilla muda salió de los labios de Jin al oír aquello.

— ¿Lindo?

El peli rosa habló con diversión a lo dicho por su amigo, aun si sentía su garganta doler por el esfuerzo que había hecho de llorar y correr al mismo tiempo. El rubio solo soltó una risilla nerviosa y se ajustó su ropa una vez estado lista, pasaba las manos mientras peinaba sus hebras doradas.

Tan lejano como el oeste; KookjinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora