8.

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— El joven Choi tiene razón, Seokjin. Tenle algo de fe a este lugar, verás que luego de este día las cosas mejoraran para todos. ¿Y quién sabe? Quizás puedas venir a visitarme en High Mountain más seguido.

Detrás de ellos, un nuevo numero en el espectáculo de señoritas comenzaba a hacerse notorio. El bullicio de los chicos por mirar a las bellas jóvenes bailar y sonreír en sus direcciones había sido bastante exitoso para el sitio y aun siendo el primer día que comenzaba al público, había atraído muchas ventas a la casa y las personas seguían llegando sin dar paso a detenerse ni un sólo segundo.

— Sabes que siempre tendrás un lugar en nuestro pueblo cuando gustes. Siéntete bienvenido.

El chico de cabello rosado sonrió sirviendo el tarro a un joven moreno que le agradeció y se retiró de nuevo hacia su puesto en unas mesas del frente del escenario.

De vez en cuando, echaba una mirada hacia su prima y las bellas damiselas que bailaban o sonreían hacia los jóvenes. Le divertía ver como su prima rechazaba a cada hombre que venía a ella con ganas de querer cortejarla.

Pero le divertía más ver la mirada de ensueño que lanzaba en dirección del joven Min quien en ningún momento desde que se situó a lado suyo había mirado de nuevo a las jóvenes doncellas.

Pobrecilla.

— ¿Dónde dejaste a... tu compañero?

Yoongi sonrió bajando su tarro a la barra mientras echaba una mirada hacia atrás viendo a su padre pavonearse entre la gente con el cuello en alto. Y de nuevo, le devolvió a Jin una mirada divertida.

— He pensado en traerlo conmigo. Pero padre comienza a creer que mi 'amistad' con Namjoon es demasiado chocante como él dice, por lo que debo comenzar a hacer nuevos amigos... o salir con alguna chica.

— Oh. Lo entiendo, si salir conmigo no incomoda a... a Namjoon, entonces puedo ayudarte con eso.

— Es muy amable de tu parte, Seokjin.

Un carraspeo los saco a ambos de su burbuja amistosa y prestaron atención al chico que venía a ellos con muchos tarros en sus brazos.

— Odio interrumpirlos chicos, pero necesito robarte a mi jefe por un momento, joven Min. Si no te importa, claro.

El rubio negó amable haciendo que Kyunsun agradeciera a los cielos y arrojará algunos utensilios sucios hacia el pelirosa y lo llevará hacia atrás junto a él.

Además de querer tener una charla privada junto al chico que parecía ignorar la mirada constante del hijo del sheriff sobre él. Le ponía los pelos de punta sentir las malas vibras cada vez que pasaba cerca de la mesa del joven Jeon y se podía percibir la tensión en el aire que salía del pelinegro a pesar de tener charlas aparentemente amables con otros jóvenes del pueblo.

Simplemente él no era tan indiferente como lo era Jin.

— ¿Sabes qué Jungkook ha estado tratando de hablar contigo todo el maldito día, cierto?

Interceptó a su jefe apenas estuvieron solos dentro del espacio de lava vajillas apartado de la multitud y la barra. No se perdió del ligero tono rosado en las mejillas de Jin, pero si de su agitado palpitar en su corazón.

— No quiero hablar con él, estoy ocupado justo ahora.

Kyunsun hizo una mueca burlona y tomo los tarros haciéndolos a un lado para mirar al pálido a los ojos. Jin lo miro con confusión sintiéndose nervioso de pronto por ser mirado de esa forma por su amigo a quien hace poco había confiado muchas cosas.

— Algo pasa entre ustedes, pero hoy no preguntaré.

El joven se alejó de Jin continuando con la limpieza sin interceptar de nuevo a su jefe.

Tan lejano como el oeste; KookjinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora