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Tras la creciente fama que se había generado en Crystalline debido a la taberna del señor Song, era necesario para este cumplir con los requerimientos necesarios que el banco le pedía a cambio por ser un negocio prospero.

Pasaron dos meses para que ese llamado les fuera dicho y les tomó por sorpresa recibirlo cuando el señor Iseul no podía presentarse frente a ellos presencialmente. En su lugar, Jin cerraría el trato con el banco por él.

La sola idea de poder visitar a su hermano en la gran ciudad ya le generaba felicidad y ahora sabiendo que tenía más de un conocido allá, se sentía seguro al ir.

- ¿Tienes todos los papeles que necesitas listos?

Asintió feliz sosteniendo en sus manos aquel maletín que le había sido dado de parte de su jefe, Jin estaba tan emocionado con ese viaje que de pronto había olvidado un poco quien le acompañaría.

- Los tengo, ahora solo queda hacer una cosita más.

Se dio la vuelta viendo a la ventana como la cabecilla de su hermano menor se asomaba con dificultad por la altura, sonrió volviendo a caminar al interior de su hogar mientras escuchaba los pasos apresurados del menor venir hacia él.

- ¡Jinnie, Jinnie! ¿De verdad no puedo ir contigo?

El pequeño hacia un puchero tan adorable en sus labios que conmovía al corazón débil del pelirrosa. A punto de caer por los ojos de cachorro de su hermano, escuchó pasos en el recibidor de la entrada y los ojos de Yeonjun se ampliaron con felicidad antes de soltar un grito lleno de jubilo.

- ¡Jungkook!

Corrió dejando a su hermano con una mueca de aburrimiento en su rostro. Ya estaba acostumbrado a ser cambiado de esa forma por su mejor amigo, pero eso no quería decir que no le sorprendiera la facilidad con que su hermano cambiaba de humor.

Una vez termino mirando a su alrededor y comprobando que todo estuviera en su sitio suspiró para tomar la bolsa con juguetes que su hermano querría al estar en casa de la madre de Jungkook, llegando a la entrada los miro a ambos reír de algún chiste compartido. Después su mejor amigo susurraba algo en su oído y el pequeño abría sus ojos con asombro.

- Ya estoy listo. ¿Qué tanto se secretean ustedes?

Ambos sonrieron mientras el pequeño intentaba cubrir su risilla con sus diminutas manos.

- Nada, nada. Es un chiste de hombres de seguridad.

Jin alzó una ceja curioso y frunció sus labios en una mueca.

- Tu no eres un hombre de seguridad Junnie. No eres más que un niño.

- ¡Pero lo seré, Jin! ¡Seré grande y fuerte como Jungkookie!

El azabache asintió feliz sintiéndose orgulloso mientras el mayor de todos cruzaba sus brazos en respuesta a aquello. Él era su hermano mayor y cuidaba diariamente del pequeño, se desvelaba para cuidar su fiebre y revisaba sus tareas. ¿Pero era su mejor amigo su ejemplo a seguir?

Eso era injusto.

Subieron al pequeño en el caballo fiel amigo del hijo del sheriff y emprendieron su pequeño viaje. Yeonjun hablaba y hablaba sin parar señalando cosas por aquí y por allá para llamar la atención del chico, Jin sonreía mirando hacia al frente y pensando en lo que les esperaría de camino por recorrer.

Al llegar a casa del pelinegro, la señora Jeon intentó persuadirlos a comer algo pero ambos se negaron para tomar su camino lo más pronto posible. Una vez lograron salir del hogar con solo un par de bocadillos en sus bolsas de viaje, ambos se montaron en el corcel y galoparon a prisa a la ciudad capital. El viento comenzaba a ser menos helado que hace unos momentos y Jin aprovechó a pasar sus palmas por sus helados brazos.

Tan lejano como el oeste; KookjinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora