Me quita las botas, mientras lo observo quitarse las suyas, mi dedo índice se posa por debajo del elástico de mis calzones. Nick me observa con ambas pupilas dilatadas por mis movimientos, y sin pensarlo dos veces, me los quita.
<<Oh... por... Dios.>>
Nunca, ni en mis sueños más locos, habría imaginado este momento. Verlo, con la boca entre abierta, por la vista que tiene ante mi inocencia, me provoca un sentimiento de deseo; si no mal recuerdo, ya lo había sentido cuando soñé con él, en la ducha conmigo.
Siento su respiración en mí entre pierna, los latidos de mi corazón a mil por hora, un calor creciente en mi espalda y orejas; pero se siente bien. Me besa un instante en los labios, me acaricia y besa por encima de la copas del sostén, el abdomen, me sujeta las piernas y me besa con lentitud por todo el contorno de mi muslo.
Siento su lengua tibia recorrer todo mi muslo hasta llegar a mi pelvis. Cierro los ojos con fuerza al sentir sus labios sobre mi sexo y su lengua en mi parte más sensible.
Gimo con fuerza ante su ímpetu. Mis ojos se abren de par en par cuando sus dedos me toman por sorpresa. Mi mano le toma el pelo con fuerza, y la otra se aferra a las sabanas. Mi cabeza gira en dirección a la puerta, por miedo de que entre alguien; pero mis miedos se olvidan al sentir su lengua en pequeñas y constantes vibraciones.
Mi espalda se arquea por acto reflejo y mis ojos buscan con desesperación a Nick. Su cabeza entre mis piernas es más de lo que puedo soportar. Mi manita pronto viaja hasta su mano solitaria en mi muslo, lo tomo por sorpresa, pero se recupera y vuelve a posar su lengua en mi parte más sensible.
– Nadie nunca me había tomado de la mano –me confiesa al besar mi pelvis.
Un calor creciente y un último grito es lo que necesito para terminar. Nick me acaricia y muerde un poco mi piel desnuda. Siento una explosión en mi interior al llegar al clímax. Está es la primera vez que alguien me hace... Bueno, que dejo que alguien me bese... ahí. Lo he dejado hacerme éste gesto tan íntimo, pero mentiría si dijera que no quería.
Tengo la vista nublada y la frente sudada. Mis ojos cerrados y mis manos quietas. Mi pecho sube y baja exasperante por tremendo alivio. Nick posa sus manos a la altura de mi cabeza, mientras trato de recuperar la compostura.
– ¿Te duele?
Niego con la cabeza, mi mente todavía no encuentra las palabras para lo que acabo de vivir. Mis ojos están cerrados, pero puedo sentir sus besos en ellos. Su gesto dulce me tranquiliza unos nervios escondidos.
– ¿Estás bien? –su pulgar me acaricia la barbilla partida y mi mejilla.
– Sí. –Mi voz es más suave que un susurro.
Hacemos contacto visual.
– ¿No te lastime? ¿Cuándo te...?
– No –respondo rápidamente en referencia a sus mordidas–, no me lastimaste.
Me ha gustado, incluso me ha gustado más que su lengua.
– ¿Segura?
– Mmjj.
– ¿Te gustó?
– Sí.
Más que gustarme, me encanto.
Nick pega su frente con la mía, y en un segundo, me besa cortada e interrumpidamente para verme el rostro.
Quiero tocarlo.
Sin pensarlo dos veces, me atrevo a meter las manos por debajo de su sudadera y camiseta hasta llegar a su pecho y, comienzo a acariciarlo todo lo que puedo. Se tensa al instante, pero no interrumpe nuestro beso suave.
Puedo sentir su espalda, aunque..., es un poco raro, porque siento unas extrañas marcas que obligan a mis dedos a dibujarlas por todo su contorno. No deja de besarme en lo que mis dedos siguen sus extrañas heridas, distribuidas por todo su torso y pecho.
Nick tiene cicatrices en todo el cuerpo. ¿Por esta razón no me dejaba tocarlo? ¿Por esta razón siempre va con manga larga? ¿Por esta razón está tan enojado?
Me quita suavemente las manos de su torso, mientras se apoya en sus piernas para no aplastarme. El rubor de su cuello no me gusta, sé que se pone incómodo al darme acceso, pero yo jamás lo juzgaría, nunca.
– No puedo –dice.
– Está bien. –Sé que no lo está, pero no quiero pelearme con él por lo mismo.
Hago lo que puedo para cubrirme con mis manitas. Bajo la vista nuevamente avergonzada, salvo que está vez, Nick me frena.
– No me estoy aprovechando de ti –me asegura–. Es sólo... que nunca he dejado que nadie... nadie me vea así..., sin nada puesto.
Me pregunto si alguna vez se ha acostado realmente con alguien. Recuerdo que Raúl me dijo que sí, que tenía fama de mujeriego, quizás nunca ha permitido que nadie, pero nadie, lo vea por completo desnudo.
Yo nunca he hecho nada con nadie en mi vida. Claro, hasta ahora. La idea de salir y acostarme con alguien siempre me ha dado miedo. Mis compañeras de secundaria decían que perder la virginidad duele, por lo tanto yo decidí jamás, pero jamás, entregarme a alguien. Me da miedo que duela.
Pero no sé.
<<¿Por qué con Nick la idea me resulta bastante excitante?>>
– Todo está bien.
– ¿Segura? –me pregunta.
– Sí.
Examina mi rostro no muy convencido. Quiero que se tranquilice, no quisiera que empezáramos a discutir de nuevo. Le sonrío y lo beso un instante. Nick en verdad que es muy bueno besando, o ¿Quizás sea porque nunca he besado a nadie antes en mi vida? Da igual.
Se coloca a un lado de mi cuerpo semidesnudo, y me abraza por la cintura hasta que tengo su respiración pasiva en mi oído. Sonrío por la idea de tenerlo cerca; a pesar de que hace poco lo tenía entre mis piernas, ahora es mejor, mucho mejor.
– No te acomodes mucho –susurro para mí misma.
Mi mano entrelaza la suya sobre mi pecho. Me besa la nuca una vez antes de entrelazar su pierna con la mía. No tengo nada de frío, Nick en verdad que irradia calor por pura naturaleza. Mis ojos se van cerrando conforme el amor y la calidad de Nick me van consumiendo.
Me planteo a voltearme de cuerpo completo y quedarme encimada en él; pero me gusta el modo en el que estamos: de costado, como dos piezas de rompecabezas perdidas y finalmente unidas.
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Así Son Las Cosas [Así somos #1] ✔️
Ficção AdolescenteCuando Miel recibe la golpiza de su vida, decide irse a vivir lo más lejos posible de su padre. Encontrará consuelo en su tía Andrea, quien le ayudará a escapar a la Ciudad de México en donde reside la disfuncional familia de Raúl, los que le darán...