18. ¿Quién es Valeria?

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No entendí ni una sola palabra de lo que la maestra dijo, desperdicié las dos horas de mi clase pensando en Raúl... y en Nick. Estuve tentada a preguntarle —como método desesperado— a Daniel sobre los problemas entre su hermano y Raúl, pero opté por no hacerlo.

Raúl no me ha escrito. Mejor así.

Tengo hambre, planeé comer hamburguesas en el departamento, pero las tripas me rugen con fuerza, y el jugo que tomé antes de entrar a la última clase perdió su efecto.

Voy al comedor de la universidad, quizás el menú de hoy incluya sopa de champiñones o carne empanizada para acompañar. Tengo dinero. Dinero que me dio mi tía, claro.

—¡Hola!

Una rubia y una morena me interceptan. Daniela y... la chica que vi antes con ella y Gabriel. ¿Quién será? Se acercan a mí, están tomadas de la mano como si fueran pareja. Ambas chicas curiosas me miran, sonrientes y expectantes, como si hubieran esperado por mí desde hace mucho tiempo. Pero no pueden ser pareja porque... las mejillas sonrosadas de Lucía cuando miraba a Gabriel, mientras él creía que ella estaba inmersa en sus asuntos... Esas emociones no pueden fingirse. Me pregunto si me sonrojo como ella cuando hablo con Nick.

No, con Nick... no. Es grosero, pervertido y, sinceramente, no es mi tipo. Ni siquiera me gusta. Bueno, sólo un poco porque a él también le gusta leer tanto como a mí. Pero no debería gustarme, tal vez se vea exquisito por fuera, pero es un pedazo de basura por dentro. No me gustan los hombres violentos.

—¿Qué tal? —las saludo, dispuesta a que el pelo rubio de Daniela no me recuerde al de Nick. Aunque, la verdad, ella jamás podrá igualar la naturaleza francesa de Nick.

Ambas chicas me saludan al unísono, así que no se a quién dirigirme primero.

—Te presento —dice Daniela—. Ella es mi mejor amiga, hermana, futura cuñada, Lucía.

—Hola —la saludo—. Yo soy...

—Sé quien eres —me interrumpe, mostrándose amable—. ¿Hermelinda, verdad?

—Así es.

—¿A dónde vas? —me pregunta.

—Al comedor, puede que tengan algo que me interese.

—Entonces... deberías sentarte con nosotras —propone Lucía. No se me pasa por alto la cara malhumorada de Daniela cuando escucha la invitación que me hace su amiga.

—No, gracias. —La rechazo educadamente—. Mejor otro día.

—Ah, qué pena.

La respuesta vacía de Daniela me fastidia.

—¿Quizás otro día podamos quedar las tres, no?

Le sonrío en respuesta.

Me cae bien Lucía, y... personalmente, la considero demasiado buena para estar cerca de alguien como la rubia oxigenada de Daniela. Borro ese mal pensamiento de mi cabeza, dado que mi subconsciente me recuerda que la niña prodigio tiene un coeficiente de ciento sesenta y cinco. Además no la conozco del todo bien y, probablemente no sea tan estirada como aparenta a primera vista.

¿Quién sabe? Las apariencias engañan.

—¿Eres amiga de mi hermano? —Su sonrisa me hace pensar que busca humillarme de alguna u otra forma con esa pregunta.

—Ah... Eso creo. —No puedo decir que sí porque apenas nos conocemos, pero creo que Daniel es buena compañía.

—Bueno, lo ayudaste el otro día a que el gorila de Raúl no lo tirara del puente, así que creo que lo eres.

—Sí, supongo.

«Alto. ¿Me esta hablando de Nick?»

—Creo que le caes bien.

—Qué gusto.

—A Daniel y a Gabriel también —añade, coqueta, guiñándome un ojo.

Miro a Lucía, y tal como esperaba, tiene los ojos clavados en el suelo y la mandíbula tensa. ¿Daniela es tonta o qué? ¿No se da cuenta de que le está haciendo daño a su mejor amiga con esa insinuación?

—¿Vives con Raúl?

—Sí. —No es mentira.

—¿Se están acostando?

Me atraganto con mi propia saliva.

—¿Qué? No. —Me ruborizo de pies a cabeza. Nunca le insinúes de ese modo la posibilidad del sexo a una virgen.

—No te culpo sí es así. Raúl está muy... muy... pero muy bueno. Y quizás acostarse contigo lo haga olvidarse al fin de Valeria.

—¿«Valeria»?

«¿Quién es Valeria?»

—Aunque tú... eres la clase de chica que hacen de todo para caerle bien a los hombres... ¿O me equívoco?

—¿Disculpa...? —empiezo a decir, pero Lucía me detiene.

—Vamos Dani —dice—. No ganaremos los mejores lugares de las mesas si seguimos aquí.

Daniela se debate mentalmente entre contarme o no alguna otra cosa más sobre Nick, Raúl, incluso del mismísimo Gabriel, pero sólo se limita a ladear la cabeza y contestar:

—Claro, my darling. —No deja de mirarme con esa sonrisa de me acabo de salir con la mía, mientras Lucía toma su brazo, con la clara intención de llevársela lejos de mi vista, y ambas se alejan hacia el comedor principal de la universidad.

Mi intención era tomar la misma dirección que ellas pero... las palabras de Daniela provocaron que se me quitara el hambre. Por lo menos, Lucía me ayudó a quitarme a esa víbora de encima, pero eso no impidió que me clavara los colmillos.

Una parte de mí quiere seguirlas e interrogarlas sobre Raúl y Nick, pero la otra parte me dice que es mejor no preguntar sobre lo que no me incumbe.

🎧🧩🎤

Después del "enfrentamiento" con Daniela, fui al departamento. Ahí también me enfrenté a la dichosa Carolina. Mala suerte: mi tía y Sarah no estaban para ayudarme. Pero me gané la lotería, cuando la llamaron urgentemente por su trabajo.

¡Tengo la casa para mí solita!

Me doy un baño y tomo mi tiempo con el acondicionador. Me visto mientras mi pelo aún continúa mojado. Me acuesto y miro la hora en mi celular. Entro a la biblioteca de Spotify, y le doy click a All I Want. Permanezco así: con la cabeza tumbada en la almohada, y los audífonos de diadema a todo volumen. El sueño se apodera de mí.

Me despierto babeando, con el pelo enredado y húmedo. Me quito los audífonos, y mis orejas quedan adoloridas. Restriego mis ojos con el dorso de mi mano, y... una interesante conversación se presenta a través de la puerta:

—Ajá... Lo sé... No te preocupes por ella... Sé que te sientes mal, monita, pero no puedo hacer nada... Yo igual.

Es Raúl.

Está hablando por teléfono con alguien, ¿pero con quién? Sé que no es de mi incumbencia y, aun así..., no puedo evitar pegar la oreja a la puerta para terminar de escuchar su diálogo secreto.

«¡¿Pero con quién?!»

—Yo también, no te imaginas cuánto... De verdad... Yo también... No soporto esto, menos con ella aquí.

¿Qué...? No se le entiende nada detrás de la puerta. ¿De qué habla Raúl? ¿Con quién habla? Lo que es más importante aún..., ¿qué quizo decir con...?

¡Carajo! Hago ruido.

—Tengo que colgar, monita. Nos vemos luego.

Me lleva... ¡Creo que me escuchó! Veloz como un rayo me tumbo en la cama y cubro con las sábanas y edredón morado hasta la cabeza.

No escucho nada. Parece que no hay moros en la costa. Me cercioro de que las sombras de los pies de Raúl no estén en la abertura debajo de la puerta, y regreso a esconderme en mi cueva. Reviso mi celular, son las ocho de la noche, será mejor dormir. Mis ojos pesan, lo último en lo que pienso es en Nick, Raúl, y... en esa desconocida de nombre Valeria.

Así Son Las Cosas [Así somos #1] ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora