66. ¿Por qué me escribe Daniel?

53 5 0
                                    

Estamos en mi cama cuando son las diez de la noche. Observo a Nick, tiene un mechón de pelo en la frente y uno más en su ojo izquierdo; los aparto con cuidado y termino acariciando con mi dedo índice la comisura de sus labios, le paso el dedo pulgar por el bermellón y su movimiento involuntario de nariz y labios me resulta adorable. Sin pensarlo dos veces, le doy un beso en el puente de su nariz y en la punta de éste.

     Tomo de su brazo en mi espalda y lo arrimo para poder salir. Me quito la frazada de encima y voy a buscar una camiseta azul y unos pantalones blancos de tela especiales para dormir, y salgo por un momento de la habitación.

     Me aseguro de cerrarla antes de salir. Voy a la cocina y me sirvo un vaso de agua, regreso a la habitación y Nick continua en donde lo dejé; una luz en la oscuridad me despierta los sentidos y busco de donde proviene.

     Mi celular tiene tres mensajes:

Meli, llegaremos tarde. Si ves a Raúl dile que no tiene permiso de salir con Lucía.

Miel. ¿Has hablado con tu madre?

Mañana podríamos quedar para que te quejes más de mi hermano 

     Esto es raro.

     El primero es de Sarah. El segundo es de mi tía Andrea. El tercero viene de parte de Daniel. <<¿Por qué me escribe Daniel?>> En ningún momento me queje de Nick, así que... ¿Por qué lo escribió así?

     Además está Raúl, personalmente me importa muy poco que salga con ella, pero tendré que darle ciertas reglas para que no se le acerque a mi novio.

     No le sigo dando vueltas al asunto, mejor vuelvo a meterme en la cama antes de que Nick se despierte.

     Nick apenas si se despierta cuando vuelvo a poner su brazo en mi cintura. Se humedece los labios como suele hacer estando medio dormido y me abraza lo justo para que pueda respirar en su pecho.

–      ¿A dónde fuiste?

–      A tomar agua.

–      No te acerques a mi teléfono –ordena en un sueño.

–      No iba hacerlo.

     Se ha vuelto a dormir, aunque ya lo estaba desde que empezó a hablar. No sé a qué vino eso de que no viera su celular, tal vez seguía durmiendo y me lo dijo sin pensar.

     No importa.

     Ya en la mañana, me despiertan unas voces que se preparan para ir a trabajar. Debe ser horrible tener una vida de empleo, encerrarse por horas en una oficina mientras tú espíritu te abandona. Quizás es lo que Nick siente cuando va a la universidad, y por eso ha decidido no seguir. Vagamente recuerdo a Skillet, él también me dijo lo mismo en la primera fiesta a la que fui, ¿qué habrá sido de él?

     Me levanto medio adormilada y tapo con otra sabana el cuerpo semi desnudo de mi novio antes de salir; se revuelve, pero no se despierta. 

     Al abrir me encuentro a Raúl casi apareciendo de la nada y me apresuro a cerrar la puerta.

     Mi corazón se detiene por unos segundos ante la impresión. Creía que ya se había marchado a sus cursos de Inglés y Frances, o a su empleo de carnicero, esa es la excusa para hacer a Nick venir los fines de semana.

–      Buenos días, Meli.

–      Buenos días –mi voz chillona ha regresado.

–      ¿Estás bien?

     Asiento.

     Mi manita está sujetando la perilla de mi cuarto con una fuerza que seguro y la aplasta. Tengo una suerte para encontrarme a la gente equivocada en el peor momento y encima tuve que salir, cuando lo que debí haber hecho era esperar a que el ruido cesara por completo.

–      ¿Estás bien? ¿Segura? –vuelve a preguntar.

–      Sí, sólo sigo dormida eso es todo.

     Raúl apenas me cree.

–      Te ves distinta –me inspecciona de arriba abajo, mientras yo trato de no caer en su trampa.

–      Deben ser los shorts blancos –sugiero. Nunca me ha visto con unos shorts así que seguro se lo traga.

–      Quizás –duda–. Aun así te veo distinta, como si te hubieras hecho algo raro.

–      Pues..., debe ser la coleta de caballo.

     Me mira un par de veces en lo que mis mejillas amenazan con ponerse rojas.

–      Bueno, ya lo averiguaré –dice rendido–. Nos vemos a las nueve.

     Lo despido sin dejar de sonreír y sin dejar de sujetar la perilla. Me apoyo por completo en la puerta de mi cuarto mientras mi corazón recupera su ritmo.

     ¿Raúl se dió cuenta de mi cambio?, o ¿sólo me lo dijo para molestarme?; da igual el por qué me lo dijo, lo importante es que tenía a Nick a pocos metros y por poco y nos descubren. Tenemos que ser más cuidadosos, aunque ya va siendo hora de que le diga a está familia que en definitiva estoy saliendo con Nicolás Bonnet.

     A continuación siento que la perilla intenta abrirse, está vez desde el interior de la recamara.

     Tengo a Nick en el umbral de la puerta, mientras su cara cambia de angustiada, a serena al verme, ordeno mis ideas para decirle lo de Raúl.

–      ¿Qué pasó?

–      Me topé con Raúl al abrir y no se fue hasta que...

–      No importa –me interrumpe a media oración, y que bueno porque ya no sabía cómo proseguir.

–      Vamos a desayunar algo.

–      Claro, solo déjame ponerme los pantalones.

     No me había dado cuenta de que sólo trae puesto el bóxer.

     Está vez no consigo mantener mis sentimientos en su sitio y termino por sonrojarme.

Así Son Las Cosas [Así somos #1] ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora