20. Definir es limitar

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El miércoles fue monótono...

Caminé por los pasillos de la universidad. Gabriel, Daniela y Lucía me ignoraron. Daniel fue el único que me habló. No vi a Nick en todo el día.

El jueves fue tedioso...

Pasé por la biblioteca en mi hora libre, pero ni allí apareció Nick. ¿Dónde se habrá metido? Raúl me dijo que ni siquiera va a clases, que incluso lo extraña, y a sus comentarios subidos de tono en las aulas. Eso último no me lo tragué. Mi tía regresó a Salina Cruz ese jueves por la tarde. Se despidió de Carolina con un abrazo, y la promesa de que me visitará otra vez. Sarah y Raúl me mantuvieron ocupada con temas malgastados que me hicieron morir del aburrimiento, en lugar de sumergirme en la melancolía.

Es viernes y llueve...

Olvidé mi paraguas. Si el resto del día continúa así tendré que sostener la mochila encima de mi cabeza mientras cruce por el estacionamiento. En casa teníamos suerte si llovía en días de sequía. De niña, mi mamá y yo jugábamos bajo la lluvia en el patio delantero a hacer fuertes de lodo. Mi padre solía jugar conmigo a la inundación. Extraño esos días, fueron antes de que papá enloqueciera. Una parte de mí también extraña a mis padres, a los que fueron antes y los que son ahora.

Me saludan en mi caminar hacia la cafetería.

—¡Hola, niña! —Es Gabriel.

—¿Hola?

Me extraña que me hable, considerando que él y su hermana me estuvieron evitando los últimos dos días de la semana.

—¿Cómo estás? —Me sigue el paso.

—Am... ¿Bien? Un poco cansada por mi primera semana de universidad, pero bien.

—No sé si te diste cuenta... tenemos la clase de redacción juntos.

—¿Ah, sí? —Pongo cara de no tener idea de lo que habla—. Ni te había visto.

Mentira. Ya lo sabía. Me di cuenta desde el miércoles. Ni me saludó cuando cruzamos miradas durante la clase.

—Sí, de hecho... te estaba buscando por el trabajo de Redacción...

Se le ve tímido.

—Ajá.

—¿Quieres hacer el trabajo conmigo? —Me lo temía. Odio los trabajos en equipo.

—Bueno, yo pretendía hacerlo sola. Hablé con el maestro y me dijo que podía.

—Oh... Entiendo. —Luce decepcionado.

—¿Qué tal van las cosas en casa? —le pregunto en un intento de hacer conversación.

—Bien —miente.

—Me da gusto. —También miento.

No decir que la conversación es aburrida, por no tener tema de conversación, me hace ver como una de esas chicas que pretende caerle bien a todos. Tal como dijo Daniela. Hay mucho de lo que puedo hablar, pero no creo que sea de su agrado. Ojalá mi vida fuera interesante, ojalá viviera aventuras como las protagonistas de mis libros, ojalá tuviera un significado para mí seguir viviendo como lo tuvieron ellas en el clímax de sus aventuras. Si mi vida fuese más interesante le contaría anécdotas estilo Indiana Jones, Dorothy Gale o Lara Croft. Pero no, porque ellas no soy yo, no luzco exuberante o poseo alguna habilidad para desentrañar misterios. Ni siquiera tengo poder en mis palabras u ojos. ¡Algo!, que te mantenga intrigado o enfrascado en mí. Soy muy sosa. Ésta soy yo, y se me da fatal conversar. Por suerte para mí, llego a mi destino.

—Bueno, supongo que nos veremos... por ahí —digo, dubitativa.

—Claro, el sábado nos vemos... ¿Verdad?

Así Son Las Cosas [Así somos #1] ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora