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POV Wanda

Natasha y yo por todos los medios habíamos querido evitar la despedida, pero teniendo el vínculo que teníamos, en especial ella con sus amigos, no podíamos simplemente decidir desaparecer y no avisar a dónde o por qué nos íbamos. Nuestra justificación había sido la misma, nuestros trabajos; pero en el fondo, también, entre líneas sabíamos que se leía, nuestra relación. Sobre todo cuando Natasha daba su justificación.

Romanoff y yo cada vez pasábamos más tiempo juntas, es verdad, pero en Londres es que nos decidimos a llevar las cosas a otro nivel más. No sólo nos mudamos juntas de país, sino literalmente al mismo lugar.

El proceso de adaptación había sido más lento de lo que se pueda imaginar. No por la convivencia sino por la falta de ella que comenzamos a experimentar. La universidad era demandante y echar a andar un negocio en otro país, probablemente lo era aún más. Solo las primeras tres noches habíamos tenido tiempo de celebrar, habían pasado casi dos semanas desde aquello y lo único que habíamos hecho era llegar a descansar.

No era malo, en ese llegar a descansar probablemente no hubo mucho sexo pero sí platicas y muchos besos. Ninguna estaba molesta con la otra, ella en especial, no estaba molesta conmigo por tener que tomarse todas estas molestias que no se habría tenido que tomar si se hubiese quedado, no conmigo, sino con todos los demás.

Sin embargo, hoy era sábado, ella trabajaría pero desde este lugar; habíamos acordado que, para el almuerzo, ya no más universidad, calificaciones o proveedores y contratos a nivel internacional, sino que íbamos a ser simplemente nosotras y salir a por la comida y a conocer un poco más la ciudad. No obstante, prefería dejar el domingo para aquello y hoy compartir algo con ella en la intimidad.

Por más cansada que esté, vivir con Natasha Romanoff era una constante tentación y las pocas veces que lo habíamos hecho en estos días no mermaban en mi necesidad, sabía que en la de ella tampoco, pero era sumamente comprensiva. Natasha tenía una particularidad, no era mujer que con un solo orgasmo o un rato de placer se fuese a conformar, de solo pensar en ello percibía la temperatura del ambiente comenzaba a cambiar.

Fui a buscarla a la oficina que ocupaba en nuestro lugar y estaba tumbada en el sofá con un trago en mano, con las piernas cruzadas y los ojos cerrados. Eso quería decir: Estaba tomándose unos minutos para ella así que sí podía interrumpir.

- Hola... - Susurró sin siquiera mirarme o abrir los ojos y sonreí. - ¿Sabías que estaba aquí? - Pregunté y ella por fin me miró. - No fuiste muy silenciosa al abrir la puerta amor. - Dijo y la miré con pena. - ¿Quieres uno? - Preguntó señalando el vaso del que bebía y asentí. - Por favor. - Susurré y me tendió el suyo. - Mejor pruébalo, si te gusta, te sirvo uno. - Dijo extendiendo el vaso hacia mí y negué. Llegué hasta sus piernas y le hice un gesto para que las acomodara y me dejara sentarme ahí.

- ¿Cuántos de esos has bebido? - Le pregunté y ella sonrió. - Solo uno más, recuerdo hemos quedado en salir a comer y recorrer la ciudad. - Dijo y sonreí para acercarme a besarla. El licor parecía de sabor fuerte pero agradable, además en sus labios todo sabía mejor.

- Quizás deberíamos no salir, ordenar comida y ya sabes, beber, charlar, tener sexo, mucho sexo en este lugar. - Susurré sobre una de sus orejas y la escuché respirar pesadamente. Sabía que le agradaba esa idea aún más que salir.

- ¿Te puedo confesar algo? - Preguntó y asentí, ya no estando de lado, sino sentada a horcajadas sobre ella por lo cual sentí claramente cómo sujetó fuertemente mi trasero y comenzó a amasarlo mientras respiraba suave pero eróticamente sobre mi cuello. - Tengo muchas ganas de follarte en esta oficina. Tantas ganas que, lo que estaba pensando mientras me tomaba este trago, era precisamente en ti dejándome comerte sobre ese jodido escritorio. - Dijo y sin querer mis caderas ya se habían comenzado a mover contra ella.

- ¿Te excita saber que siempre estoy pensando en hacerte mía? - Preguntó y asentí. - ¿Si te toco ya estarás lista para mí? - Preguntó antes de morder ligeramente mi cuello y asentí. - Por favor. - Susurré y algo que nunca iba a sumir frente a nadie era lo mucho que Natasha podía hacerme rogar sin intentarlo.

Sin siquiera mover ninguna prenda, sentí cómo su mano comenzó a acariciar mi abdomen, luego la parte baja de mi vientre y finalmente mi monte de venus; Natasha parecía disfrutar de tentarme y yo había olvidado cómo pensar, solo sentía bajo sus manos, sus besos, su calor y ya. - Mi amor... - Susurré como ruego y ella sonrió.

Cuando decidió llegar a mi punto más sensible, el gemido ahogado que expresé pareció motivarla, por lo cual, comenzó a estimular mi clítoris y me sentí desfallecer. Ella conocía cada terminación nerviosa en mí, daba miedo lo mucho que había aprendido de mi cuerpo y aún más de mí placer. Conocía el ritmo, el sentido y la forma exacta en que debía tocarme para hacer que dejase de pensar y solo sintiera y me dejase hacer.

- No estás húmeda, estás mojada mi amor. - Me dijo y asentí ahogando el gemido que me producía oírla hablarme así. - Escucha tu jodida humedad. - Me dijo y comenzó a estimularme aún más y con mayor velocidad. En efecto, el sonido de mis jugos contra su mano, la forma en la que había atacado mis pechos y las sensaciones que su tacto producía, ya me tenían temblando y teniendo espasmos sobre su cuerpo.

Si ella no bajaba el ritmo, me iba a perder. Mis piernas estaban tensas, sentía mucho peso en el vientre, había comenzado a sudar y tenía que curvar los dedos de los pies. - Natasha, voy a llegar... - Dije tirando de ella para poder besarla pero en cuanto sentí aumentó su velocidad tuve que morder sus labios para no gritar. Aún ni siquiera la había tenido dentro, pero daba igual, con ella siempre daba igual, sabía que este orgasmo era a penas el inicio de los muchos más que nos íbamos a regalar.

Aquella idea, con el mar de sensaciones y de placer que estaba hecha y su leve susurro de un te amo, me hicieron explotar. - Te odio. - Le dije una vez caí sobre su cuerpo pero ella de alguna forma seguía estimulándome. - Te amo. - Agregué y sentí su cuerpo vibrar debido a una ligera risa. - Decídete hermosa. - Me dijo y sonreí.

- Te amo, con toda mi alma Romanoff. Solo que te odio porque has enamorado a mi amiga. - Dije y ella se comenzó a reír. - La mía está esperando por ti. - Me susurró y sonreí. - Yo te quiero probar en este sofá. - Le dije y ella levantó una ceja. - No me mires así, yo también tengo mis fantasías para este lugar. - Le dije y ella sonrió con malicia, era evidente que las íbamos a explorar.

***

Solo un capítulo más. Sinceramente, disfruté mucho de los primeros capítulos y de esta primera parte de la historia, pero estoy esperando mucho a por fin cerrarla y dar el salto a la segunda parte, que en lo personal, es la que me gusta más porque me genera más dilemas emocionales.

Yo sé que no escribo historias complejas ni mucho menos cargadas de dramas o misterios, pero disfruto de ofrecerles en la medida de lo posible, de un amor sano; porque al final, eso es algo que en mi día a dia veo se ha perdido en la forma tan egoísta de ser y querer de las mayorías.

Gracias por votar y leer esta historia, realmente, espero la disfruten tanto como yo.

Amor en Té - Scarletwidow / WandanatDonde viven las historias. Descúbrelo ahora