POV Wanda
- ¿Realmente quieren hacer esto?¿No creen que es innecesario? - Le pregunté a Natasha y a nuestros hijos y todos negaron. Eran demasiado obstinados.
- Lo único malo es que no estén Nathan y Emma, son los más llorones. - Dijo Yelena y sonreí porque era su forma de decir que los extrañaba. - Aún nos quedan Alek y Nico. - Dijo Alaia y chocó su mano con la de Lara.
- ¿Ves brujita? Ellos están preparados. - Me dijo Natasha y la miré con los ojos entrecerrados. Siempre estaba arrastrando en sus locuras a nuestros hijos. - ¿Qué se supone han apostado ahora? - Les pregunté directamente y vi a Alek intentar ocultar su sonrisa. - ¿Algo que compartir con la comunidad? - Le pregunté mirándolo fijamente y negó intimidado.
- Mamá nos ha dicho que si nosotros la libramos nos compra otro auto. - Dijo Alaia y miré a Natasha sorprendida. - ¿Qué diablos tienes en la cabeza Romanoff? - Le pregunté un poco irritada y ella sonrió con inocencia. - A ver, ya habíamos quedado en que cambiaríamos su auto a una suv después de un año. - Me dijo y tuve que asentir. - No los estoy condicionando, solo me estoy divirtiendo en en proceso de darles algo. - Dijo y puse los ojos en blanco.
- ¿Eso quiere decir que igual tendremos auto nuevo? - Preguntó interesada Yelena. - Sí pero no les daré para combustible ni mantenimiento si no juegan. - Le dijo inmediatamente Natasha y bufé. - "No los condiciono". - Repetí imitandola y de acercó rápidamente a darme un beso en la mejilla. - A veces me pregunto cómo es nuestra madre. - Dijo Yelena otra vez y sonreí. - Mamá la consiguió en una feria, ahí todo viene fallado. - Dijo Alaia y todos se rieron incluso nosotras.
- A todo esto, ellos ganan un auto y nosotros qué vamos a obtener además de una indigestión y de dolor estomacal. - Preguntó Nico y sonreí. - Cambiaremos la consola. - Les propuse yo y Natasha me miró encandilada. - Tú siempre serás la indicada. - Me dijo y nuestros hijos miraron con asco mientras tiraba de ella a besarla aunque eran todas expresiones fingidas.
El juego era simple, comer pollo picante, muy picante. Natasha y Alek me habían acompañado hace un par de días al supermercado y no con la buena intención que alegaron, sino con el objetivo de comprar múltiples marcas de picantes y todos en diferentes intensidades. La idea era obviamente de mi esposa y Alek, bueno, él siempre estaba detrás de ella, todos en realidad, pero últimamente él más.
El primero en rendirse había sido Nico, dijo que Lara era suficientemente fuerte para representarlos a ambos, mientras que en el caso de los mayores, la primera en retirarse había sido Yelena, Natasha había susurrado que el que mucho dice poco hace y la golpeé porque seguía siendo nuestra hija. Aunque sí había sido divertido verla exasperarse y sufrir un poco por el picante.
Al final, solo quedó Alaia, ella fue quien ganó; aunque por nada, porque Lara, tal y como había dicho Nico, era suficientemente fuerte por los dos y sí que lo había dejado claro. - Yo digo que hay que darle la consola a los mocos igual. - Dijo Natasha y asentí.
- Son pequeños amigos tuyos ¿no? - Le dije y ella sonrió de oreja a oreja. - Son mis mejores amigos, amor. ¿Barton, Rogers, Stark? ¿Quién los conoce? - Jugó y la abracé. - Eres una mamá genial Natasha, no te lo digo seguido pero estoy segura que sabes lo considero y todo el tiempo lo creo. - Agregué y ella me abrazó.
- Hubiéramos tenido más. - Me dijo y sonreí. - Amor, tuvimos 8 y criamos a 7, eso es más de lo que muchas parejas jamás desean o logran hacer. - Le dije y ella sonrió. - Es que son perfectos Wanda, son agradables, fuertes, determinados cada quien a su forma, son tan buenos amigos entre ellos, son lo que siempre hubiese querido mis padres me ofrezcan y no tienes una idea de lo mucho que me llena tenerlos y ver que soy para ellos, de alguna manera, lo que siempre anhelé. Ellos saben me tienen, bueno, que nos tienen y siento que la clave del éxito ha sido esa. - Terminó de decir y acaricié su rostro. Habían pasado años, un par de décadas con ella y aún lograba conmoverme su forma de amar, de percibir al mundo y demás.
- ¿Por qué me miras así? - Me preguntó y sonreí. - Porque realmente sigo enamorada de ti. - Asumí y ella sonrió. - Constantemente leo que hay estudios que dicen el enamoramiento solo dura unos cuantos meses, que luego de, lo que hay es amor, pero recuerdo aún lo que es querer o amar a alguien pero no estar enamorada, me pasó más de una vez hasta que llegaste tú, incluso cuando parecía o actuaba como si no te amara, claro que lo hacía, pero por sobre todo, siempre me mantuviste enamorada de ti y ese es un poder que solo tienes tú, nunca nadie más me podría hacer sentir lo que logras hacerme sentir, Natasha. - La miré embelesada y ella se abrazó fuertemente a mí, no quería que viera cómo le afectaban mis palabras. Mi esposa era genial dando halagos pero pésima recibiéndolos.
- Somos unas cursis. - Agregué y ella negó antes de besarme. - Somos dos personas que se aman, que se sienten enamoradas, somos esa coincidencia y ese amor que todos sueñan, somos el resultado de haber trabajado por más de veinte años en nuestra relación, en nuestro lazo... - Me dijo y asentí porque por sobre todo eso es lo que habíamos hecho, trabajar.
Sabía que el amor tenía múltiples interpretaciones y significados, había aprendido a lo largo de los años que esa era una palabra que sí podíamos conceptualizar de forma subjetiva, el amor no era algo para leerse, era para sentirse. En mi caso, mi interpretación del amor era el trabajo, el esfuerzo por hacer que todo funcione porque si bien el sentimiento era un punto de partida, nunca sería suficiente si es que las partes no se esforzaban por él y por mantenerlo.
En simples palabras, quizás, era simplemente Natasha mi definición del amor. Nuestra historia no había sido fácil o un cuento de hadas, pero teníamos reglas, reglas que se habían hecho aún más rigurosas luego de la pérdida de nuestro bebé, no nos podíamos permitir hacer crecer nuestra familia como lo hicimos sin la consciencia de que habían errores que jamás debíamos volver a cometer.
¿Lo habíamos respetado y logrado? Sí, claro sí. No necesitaba ninguna confirmación o certeza pero de alguna manera u otra siempre las obtenía y es que Natasha era mi alma gemela, mi persona, el amor de mi vida, pero sobre todo el amor para mi vida y mi compañera.
- Te has quedado en blanco. - Me dijo Natasha acariciando mi rostro y simplemente tomé una de sus manos para besarla y asentir. - Estaba pensando en ti, en nosotras... - Admití y ella me analizó. - ¿Eres feliz? - Preguntó y asentí. - Precisamente en eso pensaba. - Sonreí. - Lo soy, como jamás pensé que lo sería alguna vez. - Le dije y la abracé.
- Natasha... - Le dije en cuanto nos separamos. - Dime. - Me dijo atenta. - Te amo. - Le dije y se relajó. - Ya me habías asustado. - Admitió y sonreí. - Cómo andará esa conciencia Romanoff. - Bromeé y ella sonrió. - Analízamela Maximoff. - Me respondió y la miré desafiante. Siempre que aparecían nuestros apellidos para retarnos las cosas terminaban en otro lado. ¿Algún día íbamos a cansarnos?
***
Ellas tuvieron hijos solo por si se quedaban sin nada que ver en la televisión y así usarlos para su entretenimiento. Jajaja
Duda, ¿hay un hijo que les caiga mejor?
Capítulo porque ando de buenas. Muchas gracias por leer y por votar.
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Amor en Té - Scarletwidow / Wandanat
RomanceSin querer o esperar, así es como se encuentran en esta historia Wanda y Natasha. Sin embargo, ¿será suficiente la coincidencia o se necesita más? *** Esta historia está dividida en tres, la primera parte es "Que no se acabe el té", la segunda tiene...