Wanda

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POV Natasha

Con los años, el cuerpo de mi esposa, en efecto, había cambiado; sus caderas y sus muslos estaban más llenos, su trasero también se había hecho más pronunciado, y aunque claramente veía ligeras estrías en su piel que antes había sido impoluta, no había nada que me excitara o deseara más que a ella.

Era natural que ni ella ni yo nos viésemos como en nuestros veintes, ni siquiera como en nuestros treintas, pero ella era la mujer más hermosa que jamás había visto en aquel entonces y más de veinticinco años después, aún lo era.

Justo ahora, recorriendo su cuerpo de pies a cabeza en una larga y pausada sesión de besos, lo confirmaba. - Eres perfecta. - Susurré contra su piel y la vi sonreír. Sabía que estaba lista y excitada pero por ahora solo quería disfrutar de tentarla. Subí hasta sus labios y acomodé su cuerpo contra el mío mientras me dedicaba a besar sus labios una vez más.

Nunca sería capaz de describir o explicar en palabras lo que para mí era besar a Wanda. La forma suave en que sus manos me acariciaban, el cómo dejaba de respirar producto de la anticipación, la suavidad de sus labios y lo excitante de su sabor; besarla era mi adicción.

- Te amo. - Me susurró suavemente una vez nos separamos y mantuve su frente pegada a la mía. Sentir su respiración agitada sobre mis labios, sus manos aruñando suavemente mi espalda y su centro buscando atención contra mi muslo, me hizo sonreír. - Tú sabes cómo me afectas y lo disfrutas. - Me dijo y asentí. - Mucho. - Le respondí y levanté un poco mi cuerpo antes de tomar una de sus manos y llevarla hasta mí. - Mira como me tienes. - Le susurré y ella sonrió. Sentí claramente cómo comenzó a jugar con mi humedad y al darse cuenta lo lista que estaba simplemente se introdujo en mí. - Mierda... - Susurré y ella hizo cambiar nuestra posición. La tenía aún frotándose sobre mí pero sin dejar de atender mi placer.

Sin embargo, decidí, que aún podía hacer algo por ella también, así que sin mucha coordinación debido al placer que ella me estaba proporcionando, comencé a atender su clítoris también. En cuestión de minutos ambas estábamos boca arriba tumbadas en la cama otra vez. - Eso fue intenso. - Me dijo y miré hacia abajo. - Créeme, lo sé, aún siento espasmos. - Le contesté y se giró hacia mí para hacerme separar ligeramente las piernas una vez más y pasar dos de sus dedos por mí intimidad.

Vi cómo los llevó hasta su boca y los limpió. Ese simple gesto me enloqueció. - Y dices que yo soy la cabrona. - Le dije y ella sonrió con inocencia fingida. - Ahora hazte cargo de lo que me acabas de hacer. - Le dije y ella me miró divertida. - ¿Qué me vas a pedir? - Dijo poniéndose otra vez sobre mí. - Me quiero correr en tu boca. - Le pedí y ella de inmediato me besó sin algún reparo o consideración. Sentía su lengua contra la mía y la lucha por un control que ella sabía debía ceder.

- Acomódate. - Me pidió y asentí mientras ponía una de las almohadas debajo de mí para elevar mis caderas y en cuanto ella se posicionó sonreí y ella por mi gesto, también. - ¿Qué quieres que haga? - Me preguntó y me apoyé sobre mis codos para verla. - Separa mis labios. - Le pedí y ayudada de una de sus manos los hizo, mientras que con la otra comenzó a acariciar. - Hazme escuchar mi humedad. - Le pedí y ella se mordió los labios antes de obedecer mi petición.

La velocidad en la que movió sus dedos contra mi para que pudiese escuchar lo cargada y mojada que estaba me hizo arquearme contra ella. - Joder... - Renegué. - Cómeme maldita sea. - Le pedí y ella asintió embelesada. En un instante tenía su boca sobre mi clítoris y esos dos dedos que antes me tocaban sin compasión, en mi interior. El gruñido que emití sabía me iba a dejar más ronca de lo normal.

De repente me vi con una de mis manos enredada en su cabello y la otra en la sábana de la cama. Cuando sacó de golpe sus dos dedos para introducir de pronto tres en mí, me hizo gritar y contraerme por completo una vez más. Con sus dedos curvados en mi interior y su legua recorriendo cada rincón de mí, en una leve succión de mi clítoris, me dejé ir y antes de que ella hiciera algo más, tiré suavemente de ella hasta mis labios para besarla. - Me encanta tu sabor. - Susurró y mordí fuertemente sus labios, lo cual la hizo reaccionar y en respuesta ella apretó fuertemente mis pechos.

- Tómame con el strap-on. - Me pidió y asentí. - Quiero que me cojas en cuatro. - Volvió a decir y tiré de su cabello otra vez para quedarme en su cuello y comenzarlo a morder. Quizás iba a dejar pequeñas marcas, pero en este preciso momento, todo me daba igual. - Ven acá. - Le pedí y la solté. - ¿Ahí? - Me preguntó sonrojada señalando mi boca y asentí. - Te encanta correrte así, ven aquí. - Le pedí y se acomodó prácticamente sobre mi rostro pero antes de que se sentara sobre mí usé mis manos para masturbarla y que ella también se pudiera escuchar.

- Escucha lo cargada que estás, me encanta ver lo preparada que estás para mí. - Le dije y ella ya no hablaba, solo gemía y asentía para mí. Sin embargo, en cuanto llevé mi lengua a jugar alrededor de su entrada empujó sus caderas hacia mí. - Oh mierda. - Gruñó y comencé a introducirla ahí. Normalmente Wanda cuidaba de no depositar todo su pedo en mí pero justo ahora ni eso lo podía medir. Y sí bien mi mujer estaba sintiendo y disfrutando sobre mí, decidí ayudarme con mis dedos otra vez, y de la misma manera que ella hizo conmigo, logré se corriera al fin.

Tenía la boca y parte del rostro lleno de sus jugos pero estaba feliz. Logré salir de debajo de su cuerpo y la dejé acostada boca abajo ahí. - Ve preparándote porque vamos a seguir. - Le dije antes de salir de la cama y ella a como pudo asintió. No podía ni hablar y aunque amaba su voz, adoraba ser capaz de dejarla así. Tomé rápidamente el strap-on e introduje la zona que iba dentro de mí, acomodé todo para que no se soltara y cogí un preservativo para ponerlo ahí.

La vi sonreír hacia mí al notar hice aquello y le guiñé antes de pedirle levantara el culo para mí y separa ligeramente las piernas. - Tan obediente como siempre. - Dije amasando su trasero y sin poder evitar sonreír. Comencé a estimularla así y el ver su sexo brillante y ya algo sonrojado por mí, me fascinó.

Cogí un pequeño frasco al lado de mi pierna y vertí cierta cantidad de vibrador líquido en el strap-on y en los bordes de su entrada también. - ¿Qué carajos? - Escuché exclamó al sentir aquello pero antes de que pudiese decir algo más, me introduje en ella por fin. - Oh mierda. - Elevó la voz y tuvo que tirar de una de las almohadas para cubrir sus gemidos. En cuanto la vi hacer aquello me comencé a mover contra ella, sabiendo que en cuestión de segundos se iba a correr.

Con una de mis manos amasando su trasero, la otra en su clítoris y conmigo entrando y saliendo de ella o alterando entre movimientos leventemente circulares, logré que incluso con la almohada el grito no se haya podido esconder. Dejé se corriera así y luego de limpiarla con mi boca, por fin cambiamos de posición.

Una posición clásica quizás, pero que me iba a encargar nos hiciera llegar a amabas. Así que, acostaba sobre ella y disfrutando de sus labios, me introduje una vez más y la vi sonreír, pero en cuanto me comencé a mover buscando su placer y el mío también, sus manos me dejaron claro que lo estaba haciendo más que bien. Sentía la presión de sus uñas en contra la piel de mi espalda y su pierna enrollada en mis caderas, con la que, cada vez que daba en el punto donde le hacía imposible razonar, se apretaba más contra mí.

Quería no ser tan brusca, pero me era imposible no darle exactamente lo que sabía que necesitaba. Las venas de su cuello exaltadas, su rostro sonrojado, nuestros cuerpos calientes y sudorosos, y sus gemidos poco controlados me demostraban que sí que lo estaba disfrutando, y a decir verdad, yo también.

Cuando mordió mi hombro al llegar sonreí contra su cuello y si bien me pidió que no me saliera aún porque sino se iba a correr, por qué privarme o privarla de aquel placer.

- Te odio. - Me dijo en cuanto se recuperó y asentí regresando a ella luego de haberme quitado el strap-on y de sentir cómo mi orgasmo se deslizaba un poco en mí. - Te voy a dar razones para odiarme más. - Le dije y asintió. - Por favor. - Me pidió y llegué hasta ella para hacer se conectaran su sexo y el mio. El sonido era tan obsceno que no debía estar permitido, pero el placer que sentíamos sí que debía estarlo.

Coger con Wanda era una experiencia aparte, una experiencia que enloquecía, que no tenía comparación, una experiencia que agradecía con el alma solo poder disfrutarla yo.

***

Bien traviesas son ese par.

No se me dan tan bien este tipo de capítulos pero creo que se los debía. Jaja perdón si no era lo que esperaban.

Se vale comentar. Jaja Muchas gracias por leer y por votar.

Amor en Té - Scarletwidow / WandanatDonde viven las historias. Descúbrelo ahora