Capítulo 3

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Habían pasado 15 minutos y los soldados ya estaban realmente cansados de trotar, cabe decir que ni siquiera iban la mitad lo que el Coronel Jeon les había ordenado, entre todos los soldados estaba el pálido trotando mientras las gotas del sudor caía por su frente, con las mejillas de un tono rosa por el frío que hacía.

El coronel Jeon los miraba con una mirada fría, por no terminar algo tán sencillo que hasta un niño de 10 años lo había terminado antes que los soldados.

― ¡Levanta bien las piernas, bastardos! ― El coronel Jeon gritó mientras veía a cada uno, haciendo bien el entrenamiento.

El pálido vió que el coronel Jeon le había gritado a un soldado que estaba entré medio de la fila, pudo ver qué el chico era un poco más alto, tal vez unos centímetros más y tenía casi el mismo cuerpo que su amigo el de la sonrisa brillante, suponía que tenían la misma edad pero dejo de pensar enseguida cuando su compañero el de atrás le había pisado su bota militar.

Ahora se arrepentía mucho por lo cual nunca en su vida había hecho ejercicio, el pálido siempre era delgado y por más que comía hamburguesas, pizza, entre otras cosas como refrescos, chatarras etc, jamás engordo y entonces se dio cuenta que hacer ejercicio era puro perdida de tiempo.

El tenía un cuerpo saludable pero vaya mentira que ahora estaba teniendo, ya que ahora se le estaba dificultando respirar por cada paso que daba, sentía como si su corazón saliera y se le estaban doblando las piernas cada vez que avanzaba.

― ¡Alto y firmes! ― el coronel Jeon les gritó enojado y los miro cuando ya estaban todos formados.

― Les falta 30 vueltas pero veo que pasaremos la noche aquí si los dejo seguir, así que me harán 30 largatijas, ¡Ahora! ― sonrió con arrogancia y camino hacia la derecha para ver a cada soldado ya en el suelo.

El pálido ahora sí estaba por dejar el entrenamiento, la última vez que había hecho largatija fue cuando estaba en lel preescolar y ni siquiera los hacía, solo hacia unas tres o cinco para que el profesor viera que los estaba haciendo y así subir sus puntos de calificación, miro hacia el lado izquierdo y vió a su amigo el castaño que estaba a 4 soldados después de el, tenía la cara concentrada mientras flexiona los brazos cada vez que bajaba y subía.

Su semblante era serio y iba al ritmo que su compañero de a lado, que también parecía como si las largatijas eran muy fáciles de hacerlas, tenía envidia por su amigo por tener un cuerpo fuerte y ver qué a él no se le complicaba nada, más bien veía que era algo normal y sencillo para hacer largatijas y se maldijo el mismo por no tener un cuerpo fuerte.

Por primera vez se arrepentía de tener un cuerpo delgado sin músculos y no ser como su padre deseaba tener pero no se arrepentía de sus sueños, con su padre es muy difícil de entablar una conversación cada vez que le platicaba en ser un maestro de música,  simplemente a su padre le daba igual si le dolía o le lastimaban los insultos que le hacía pero se ponía a pensar sobre su madre, estaba muy seguro que su madre lo habría apoyado en todo y en cualquier momento.

Pero por ahora tenía que demostrar a su padre que el era un hombre y no una marica como muchas veces le había insultado, pero para ser sincero esto era demasiado para el.

El pálido estaba apunto de caer sobre el suelo cuando de pronto escucho un ruido doloroso hacia la derecha y al parecer el coronel Jeon se había dado cuenta del soldado que había caído sobre su pecho.

― Arriba bastardo ― El coronel Jeon camino hacia el soldado que cayó y le había dado un empujón con su bota militar sobre su cabeza.

― N-no puedo señor, estoy muy cansado ― el soldado jadeaba adolorido y trataba de levantarse.

Obedece al coronel (Kookgi)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora