Capitulo 2

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Gimo con frustración, con la cabeza enterrada en la almohada. Mi cabeza palpita sin piedad, no solo por los incesantes gritos y conversaciones a alto volumen tras mi puerta, sino también por no haber podido conciliar el sueño en absoluto.

Intento ignorar el ruido, que solo aumenta mi dolor de cabeza, como he hecho durante todo este tiempo, pero resulta imposible. No solo son muchas voces hablando, sino también los pasos pesados de botas.

Desesperada por encontrar algo de paz, decido levantarme de la cama y enfrentar la situación de frente. Abro la puerta de mi habitación y me encuentro con una escena caótica. Varios grupos de personas se congregan en el pasillo, hablando a viva voz y moviéndose de un lado a otro con agitación. Los pasos pesados que había escuchado antes pertenecen a numerosos guardias.

Intrigada y confundida, me acerco a uno de los guardias para averiguar qué está sucediendo. El guardia, visiblemente tenso, me contesta con dificultad — La reina Mary ha sufrido un accidente. — El nombre de Mary elimina todo rastro de sueño y finalmente puedo entender el motivo de tanto alboroto.

Eso era lo que menos esperaba escuchar. Masajeo mi sien y, aunque trato de ignorar unos susurros chillones a mi lado, es imposible no captar la fuente de su conversación. —¿Qué habrá pasado? ¿Tendrá algo que ver con Inglaterra? — le pregunto a su compañera que tiene a su lado.

— He escuchado rumores. Al parecer, no estaba sola en el convento. Fuentes aseguran haberla visto acompañada de un hombre — comenta una de las mujeres en voz baja. Cruzo los brazos, sorprendida por las lenguas ácidas de esas mujeres.

— ¡En el convento! ¡Eso es una barbaridad! — exclamo. Es increíble lo que la mente humana puede inventar cuando su único propósito es ser maliciosa.

— Seguramente el hombre que entró a sus aposentos es su amante. Solo está mintiendo para que no se descubran sus indecencias — añade otra mujer. Harta de escuchar tanta estupidez, giro para mirarlas directamente.

Observo al pequeño grupo, pero mi atención se centra en una rubia bajita. Río y me acerco a ella, tomando un mechón de su pelo entre mis dedos. — Suena interesante tu historia. ¿Qué sucedió después? — le pregunto, impresionada por su tenacidad, ya que no baja los ojos al suelo ni muestra temor frente a mí.

Habría creído que no le importaba que una de las damas de la reina estuviera escuchando todas esas estupideces si hubiera tenido el coraje de responderme. Sin embargo, al no hacerlo, solo demuestra que es una oveja vestida de león.

— No eres tan valiente ahora, ¿verdad? — le digo mientras se queda en silencio.

— Tienes suerte de que haya sido yo quien te haya escuchado, querida. No sé si estás enterada de esto, supongo que por las cosas que escuché de tu boca, diría que no. Pero...— Hago una pausa y me acerco aún más a su rostro, saboreando su miedo e incertidumbre. — ¿Sabes que acusar a una reina de adulterio sin prueba alguna es considerado un crimen, verdad?

Su rostro pierde todo su color por mi revelación, tartamudea y está vez si tiene los ojos pegados al suelo, incapaz de levantarlo de ahí, Mis palabras parecen haberle afectado profundamente. La mujer rubia tartamudea, incapaz de articular una respuesta coherente. Observo su evidente miedo y decido que ha recibido suficiente castigo por sus difamaciones infundadas. Retiro mi mano de su cabello y retrocedo un paso, permitiéndole recomponerse.

La tensión en el pasillo es palpable. Los murmullos han disminuido y muchos ojos se centran en nuestra breve interacción. Algunos guardias parecen dispuestos a intervenir, pero su presencia amenazante es suficiente para mantener a raya cualquier comportamiento agresivo.

The ascent to the stars|FRANCIS VALOISDonde viven las historias. Descúbrelo ahora