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Siena puso un mantel café de encajes y unas flores frescas, girasoles

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Siena puso un mantel café de encajes y unas flores frescas, girasoles. Decidió acompañar con adornos de una cámara clásica y un par de libros.

A la expectativa, el señor miró y buscó una mesa para sentarse a tomar el té y llenar el crucigrama del día. A los pocos minutos entró la mujer en un vestido floreado, sus cabellos cortos y blancos peinados con un pasador a un costado, respiró profundo y Camila la tomó de la mano para acercarse a su destino.

―Hola, señor, es un gusto tenerlo una tarde más con nosotros, ¿hay algo que le pueda servir demás?

―¡Oh! ¿Cómo está, señorita Camila? Estoy muy bien, el joven traerá mi té en un rato más.

―Bueno, es que hoy es un día especial, me acompaña la señora Lily, ella también nos visita con frecuencia, me gustaría presentársela si no lo molestamos.

―Oh... —el caballero quedó cortado, dejó el periódico y tras un momento de silencio decidió ponerse de pie—. Mucho gusto, mi nombre es Darwin Jones —le extendió la mano.

―Encantada —contestó el saludo con un ligero estrechón.

―¿Saben? —intervino Camila— Hoy tenemos un maravilloso producto nuevo, son unas empanadas extranjeras. Para nosotros significaría muchísimo si dos de nuestros mejores clientes aceptaran probarlas por cortesía de la casa, ¿les gustaría?

―¡Oh! —sonriente, la mujer buscó la reacción del compañero.

―Bueno, creo que no hay problema, si a la señora Lily no le molesta, por supuesto.

―¡Para nada! —replicó enseguida.

―Por favor, acompáñenme, tenemos algo listo por aquí, es sencillo, pero ya saben, es importante para nosotros que puedan vivir una experiencia grata y amena.

Los dejó instalados en la esmerada mesa y enseguida Siena apareció con la comida y Stephan con las bebidas.

Maravillados, se dispusieron a disfrutar y poco a poco, inmiscuirse en una conversación tranquila.

Ese fue el inicio de una muy linda amistad que lograron formar con los días, donde ya era fijo verse y compartir la mesa cada tarde.

La abogada fue a quien no lograron ver hasta la siguiente semana. Llegó contenta y no quería nada más que ver al señor Darwin y Camila con desesperación.

―Pues él llega como a esta hora, seguro no tarda. ¿Está todo bien? No te vimos más desde aquel día, Chloe —y ella le apretujaba las manos, no quiso ni sentarse.

―Es increíble, Camila, no sé cómo explicarlo ni agradecerle a ese señor por su consejo. Fue radical. Mi novio efectivamente, se sentía muy mal, tenía mucha carga emocional por el hospital, se sentía un poco solo, triste, enojado, todo junto, y él creía que era yo la alejada, la que no quería nada con él. Solo me acerqué, lo abracé mucho, lo llené de besos, no le dije nada los primeros días, solo intenté ser más cariñosa y cálida. Ahora todos los días planeamos algo para los dos. Está más animado, relajado, y yo también me siento más contenta... —se quedaba sin palabras de la emoción—. Ustedes dos me iluminaron en un momento muy oscuro de mi vida. Mi novio es mi pilar, es mi hogar.

Ya no quiero rosasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora