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La libreta de recuerdos ahora era el diario personal de Camila, entre sus emociones confusas y su antigua vida con prometido y hermana incluidos, la tenían con la cabeza al revés

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La libreta de recuerdos ahora era el diario personal de Camila, entre sus emociones confusas y su antigua vida con prometido y hermana incluidos, la tenían con la cabeza al revés.

Pasó echada por varias horas sobre el sofá en casa, escribiendo un poco y tomando un té. Se quedó dormida y Alisa fue quien la cubrió con una manta, mirándola con aflicción. Pensaba que la estaría pasando muy mal, que medio le explicó la visita a la casa de Alessandro, pero no insistió porque la amiga parecía muy abrumada. Estar envuelta en sus pensamientos, escribiendo y tranquila, sería mejor para ella por ahora.

―Está durmiendo ahora, Nick, no creo que cene, ha tenido insomnio últimamente —le contaba por celular a su enamorado—, me preocupa un poco —tomó asiento frente a su mesa coqueta y tomó un poco de crema para el cuerpo. Llevaba una bata de baño y el cabello húmedo.

―Si para nosotros es increíble, no me quiero imaginar para ella, amor. Lo importante es que se sienta segura. Por mucho que el prometido insista en llevársela, Camila tiene otra vida ahora y deberá esperar hasta que ella esté lista.

―Nunca imaginé que ella perteneciera a un círculo social más alto, ¿sabes? Tampoco me importa mucho, solo me llama la atención.

―Es una vida muy diferente. Aún me asombra lo rápido que ella decidió ponerle frente a todo y adaptarse a lo que viniera. No sé qué haría yo en una situación similar, sin recuerdos, sin un lugar a donde ir.

―Me pregunto lo mismo. Por cierto, amor, ¿has podido hablar con Stephan?

―Sí, está desencajado como todos, pero intenta enfocarse en que Camila esté bien. No quiere adelantarse a nada, no sabemos lo que pueda suceder. Pero sé que sufre. Solo de imaginarme que mañana aparezca alguien diciendo que es tu marido, me volvería loco.

―¿Y si tú fueras ese marido que me ha buscado tanto?

―Tampoco soportaría saber que tienes nuevo novio.

―Es muy difícil —suspiró—. Camila no buscó esto, no estaba consciente de su situación. Y sé que no quiere lastimar a ninguno de los dos.

―Debemos apoyarlos y esperar lo mejor, mi amor.

―Sí, cariño.

―Descansa.

―Tú también, amor.

Alisa alargó un suspiro, de corazón esperaba que la vida de Camila se resolviera favorablemente. Pero con tantos corazones involucrados, temía que fuera fácil.

Al día siguiente, Camila despertó luego de una sola y larga jornada de sueño. Sentía en su pecho un pesar, algo que no se iba aun después de dormir. Tenía miedo de descubrir más sobre su vida pasada y verse más enredada con Alessandro, temía herir a Stephan. Apenas el día anterior estuvo a punto de traicionarlo al besar al otro hombre, y esa duda no sentía que era justa para el barista. Si estaba con él era al cien por ciento, no a medias, o al menos hasta aclarar sus sentimientos y recuerdos.

Ya no quiero rosasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora