―Ayer lo comentábamos juntos, y hoy el mundo amanece de cabeza con policía y prensa incluidos. —Nick bloqueó el celular para dejarlo a un costado del comedor— Cuando me dijiste que Camila había recordado a su atracador me sorprendí. Si fue el asistente de Dante, obviamente todo lo que pasó fue premeditado.
―Me preocupa Camila —respondió con un suspiro, al paso que revolvió su café—. Me invitó a almorzar a su casa hoy junto con Chloe y Amelia.
―Te hará bien compartir con ellas, amor. Todo lo que ha pasado últimamente ha afectado más tu salud.
―No te mentiré, sí me trastocó que Samantha haya aparecido de la nada reclamándote por paternidad. Por eso te insistí en la prueba de ADN.
―Te dije que no era necesario hasta el cansancio, y cuando volví a hablar con ella lo entendí todo.
En una muestra de cariño, Nick besó el dorso de la mano de su novia.
Fue la propia Samantha quien se liberó de la mentira. Menos mal, porque ya era bastante incómodo. Así le evitó a la enfermera intervenir más de lo necesario con detalles que no quería revelar, esa verdad le correspondía solo a la madre primeriza.
Nick pudo tener relaciones fallidas por diferencias en la personalidad, intereses opuestos, engaños, lamentablemente también, pero era la primera vez que lo habían usado con tanto descaro.
Una mujer casada y encima con abanico de amantes, él incluido.
Una bajeza total.
Y aun así, de un corazón enorme, porque aunque la prueba de ADN salió negativa, dejó la puerta abierta a Samantha como su amigo, para lo que ella y su bebé necesitaran.
La madre apreció el gesto, pero seguiría el consejo de Alisa y buscaría a su otro examante para darle la noticia, esperando encontrar apoyo en él.
―Me sentí desencajado con la verdad. Jamás pensé que sus apuros o excusas sobre tener muchas cosas que hacer, se debieran a segundo amante y un prometido.
―Y encima te alcanza la nobleza para brindarles tu apoyo.
―Me conmovió, cariño. De una u otra forma ya me había ilusionado con el bebé.
―¿Ya te ves siendo papá, de verdad, justo ahora?
―Mucho —y entre sus manos sostuvo las de Alisa, mirándola a los ojos que tanto le gustaban—. ¿Soy muy atrevido si te pido que lo intentemos de ahora en adelante?
Alisa sonrió con suavidad e ilusión. Sin decir nada se levantó y regresó a la mesa con una cajita blanca y un lazo. El hombre no entendió el motivo de un regalo tan abrupto hasta que, con prisa, descubrió el contenido: una diminuta camiseta lila con el texto «Te amo, papá».
En su corazón las fibras se apretaron, provocándole un nudo en la garganta. Era el inicio de un gran sueño, uno que compartiría con la mujer que más amaba en todo el mundo.
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Ya no quiero rosas
ChickLit⭐️Ganadora Premio Watty 2021⭐️ChickLit ¿Puede caber en la imaginación despertar un día en un hospital sola y sin recuerdos? No había forma de regresar a casa, llamar a un familiar si es que lo tuviera, o algún amigo. Desamparada, pero con un poco de...