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Alisa no estaba involucrada directamente en la historia de Camila, pero de todas formas con tantos acontecimientos juntos, hasta se sentía un poco distraída en el trabajo

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Alisa no estaba involucrada directamente en la historia de Camila, pero de todas formas con tantos acontecimientos juntos, hasta se sentía un poco distraída en el trabajo.

La amiga le contó la noche anterior que su relación con Stephan alcanzó su fin y entre la culpa y la tristeza, la notó más aliviada. Comieron helado y se quedaron despiertas un poco después de su usual hora de sueño, conversando sobre lo que sentía Camila, cada vez lo veía más seguido en sus recuerdos. Habló de una gran oficina, de varios restaurantes con diferentes temáticas, una pizzería, uno de vanguardia, otro de almuerzos únicamente. Se veía junto a él, tomados de la mano, bailando a ritmo lento, sintiendo su respiración en la oreja, estremeciéndola. También otros recuerdos divertidos donde lo veía en la cocina de su casa, desnudo, solo con un delantal, moviendo sartenes y tomando una taza de chocolate.

―Bueno, al menos, ya sabemos que el hombre desnudo era real y no una fantasía —sonrió ante el recuerdo y habló a voz alta para sí, mientras terminó de acomodar nuevas botellas de alcohol en la estantería de emergencias.

―Jefa, por favor, ¿puede guiar a la señora y su bebé? —la interrumpió Marie con un tablero.

―Claro que sí, por aquí, por favor —guio a la mujer de negros cabellos, finas facciones, labios gruesos y gafas con su bebé de meses en brazos, lo llevaba arropado con una manta gruesa verde pastel. En cambio, la mamá usaba una blusa azul marino y pantalón jean negro—. Puede acomodar el bebé en la camilla y enseguida vendrá el pediatra.

―¿Es muy grave? —preguntó angustiada. Y antes de responder, Alisa miró rápidamente el tablero con el cuadro médico.

―Es probable que la fiebre sea por alguna infección. No se preocupe, el doctor la ayudará —sonrió.

―He tratado de cuidarlo tanto, no sé qué hice mal.

―¿Es primeriza?

―Sí.

―Pues esto es más común de lo que piensa. Muchas primerizas nos visitan en emergencias.

―Quise llevarlo a consulta privada, pero entre tantas cosas que necesita mi niño, el dinero no alcanza, así que vine enseguida, esperando que lo atendieran rápido. Cuento con un seguro.

―No debe preocuparse entonces, el hospital sí acepta los convenios. Veo que está sola, el papá del niño puede preguntar por usted en recepción y podrá pasar en cuanto llegue.

―Oh no, no... —se sacó las gafas mostrando ojitos café y ojeras. Alisa imaginó que serían por las malas noches—, solo somos mi niño y yo.

―Lamento oír eso, hay muchos hombres irresponsables.

―Es que... no le he dicho.

―Mi sugerencia es que lo haga. Económicamente es una responsabilidad muy difícil, sería bueno que tenga apoyo.

Ya no quiero rosasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora