El primer día de aquella semana había sido incómodo, después de la insinuación de Stephan, pero con optimismo, pensó Camila que el segundo día se disiparían las sensaciones que había dejado el primer acercamiento.
Pero no pudo estar tranquila ni el tercero, ni el cuarto día, al contrario, parecía que cada día su corazón latía más rápido cada vez que lo veía. No tenía mucho sentido, considerando que hasta la semana pasada no le movía ni un pelo su presencia. Pero tal vez la atracción era así, de sopetón, de un segundo a otro, cambiaba todo.
Los días se resumieron a un insistente intercambio de miradas, a silencios, porque del tema no se habló más. Tal vez así quedaría, en nada, sería mejor para la tranquilidad de Camila, aunque no contó con quedarse encerrada en la alacena con él, y es que pasaba tan absorta analizando las diferentes posibilidades de una relación con Stephan que no se percató que él estaba dentro, contando los paquetes de servilletas, que solo entró y cerró la puerta; y una manija mañosa muy conveniente se hizo presente.
Había fallado desde la mañana muy temprano, y entre las ocupaciones, Nick olvidó contactar al encargado. Menos mal les faltaba poco para cerrar, porque si no sería caótico atender a tantos clientes con dos personas menos.
Pero siendo casi el final del día, Nick se vio en un aprieto al enterarse que el encargado estaba de viaje, debía encontrar rápidamente quien solucionara. Mientras realizaba llamadas, sus empleados tenían que esperar.
―Disculpa —dijo ella a voz baja.
―No me has hablado en toda la semana y ahora ya llevas tres disculpas seguidas —sonrió—. Fue un error de todos, debimos trabar la puerta abierta hasta que se arreglara y precisamente evitar algo como esto. Por ahora será mejor ponernos cómodos, puede tardar un rato —y acomodó dos cajas, en una tomó asiento y en la otra la invitó a imitarlo.
―Ha sido una semana ocupada —pasó sus manos por el delantal—, no hemos podido conversar.
―O tal vez solo preferiste evitarme.
―Mira, Stephan...
―Tranquila. Realmente no quise incomodarte con lo que dije el otro día, creo que te tomé por sorpresa. He pensado mucho y lo mejor sería que no vayamos a ninguna cita juntos, el problema es que creo que cada día me gustas más.
―Vaya... —y sintió arder su rostro—, eres directo.
―Sino te confieso lo que me pasa contigo, podrían ser confusas mis intenciones, y a estas alturas de mi vida, aprendí que es mejor ser muy claro.
―Pues... yo también he pensado mucho en la cita que me propusiste. Aún no te conozco lo suficiente...
―Y eso te pone nerviosa.
―Sí. No quiero que me malinterpretes, me pareces un hombre atractivo, pero no sé si estoy lista para salir con alguien.
―¿Acabas de terminar alguna relación y por eso te sientes así?
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Ya no quiero rosas
Chick-Lit⭐️Ganadora Premio Watty 2021⭐️ChickLit ¿Puede caber en la imaginación despertar un día en un hospital sola y sin recuerdos? No había forma de regresar a casa, llamar a un familiar si es que lo tuviera, o algún amigo. Desamparada, pero con un poco de...