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Intentó disimular las emociones que le había provocado la revelación del hombre antes de irse, lográndolas confundir con el nerviosismo que había sentido desde la mañana ante su novio

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Intentó disimular las emociones que le había provocado la revelación del hombre antes de irse, lográndolas confundir con el nerviosismo que había sentido desde la mañana ante su novio.

Si el hombre decía la verdad —y le parecía que sí—, lo mejor que podía hacer era hablar con él primero para intentar contener la bomba que estallaría después.

Finalmente, él la había encontrado, ¿pero por qué no había sido sincero desde el principio?

Se estaba burlando de ella.

En medio de sus pensamientos, no solo vio entrar a Johnny con una caja hacia la alacena, sino una brillante oportunidad, despabilándose de la reciente conversación.

―¿Por qué huyes cuando me ves? —habló Camila, tras encerrarse con él en el cuarto de comida. El joven dio un brinco del susto y le abrió los ojos como dos platos—. Yo no te he hecho nada, ¿me puedes explicar?

―¿Qué, ya no se acuerda?

Su corazón volvió a saltarse un latido. Se enteró que otra persona la conocía, aquel niño, ¿pero por qué huía?

―¿De qué?

―La encontré en un callejón cerca de aquí, fui a dejar unas fundas y cajas en un carrito de basura.

―Un momento, no me digas... ¿había una parada de buses cerca?

―Pues sí, a la vuelta.

―¿Y qué pasó? —desesperada, dio dos pasos hacia él.

―¿Me está jugando una broma?

―No, no, es importante, en serio no me acuerdo, dime por favor.

El niño la miraba inseguro, intentado retroceder más, pero se topó con los anaqueles de comida. Decidió contar su verdad y terminar con eso de una vez.

―Usted estaba en el piso, casi desmayada, le sangraba la cabeza y me agarró el pantalón, me dijo que la llevara al hospital. No me soltaba, así que la llevé en el carrito, enseguida la pusieron en una camilla y me fui de ahí porque empezaron a hacerme preguntas. Yo no sé nada, en serio, no me involucre en sus cosas, solo la llevé.

―No lo puedo creer...

―Ya déjeme salir.

―Me salvaste la vida, Johnny.

―¿Qué?

―Alguien me drogó, seguro me caí y sufrí un golpe en la cabeza, perdí mi celular y desde entonces no recuerdo quién soy. Pero gracias a ti, pude llegar al hospital y me ayudaron.

―¿O sea que no me va a llevar a la policía?

―No, no, fuiste mi salvador. Te lo agradezco mucho, en serio.

―¿Ya me puedo ir?

―Sí, disculpa, y ya no huyas, haz tu trabajo tranquilo, no te preocupes. Me llamo Camila, por cierto.

Ya no quiero rosasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora