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Camila removía el trapo sobre la mesa que, aunque ya estuviera limpia, le faltaba un poco para hacerle un hueco

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Camila removía el trapo sobre la mesa que, aunque ya estuviera limpia, le faltaba un poco para hacerle un hueco. Los trastes estaban a un lado, y la mesa relucía, pero al estar distraída, sumergida en sus pensamientos no se percataba de su repetitivo accionar.

Pensaba en la noche anterior, en el imponente y varonil Alessandro que le hablaba con su grave voz, que sonreía y le decía que quería todo con ella, que la extrañaba tanto y que estaba dispuesto ir a su ritmo, que la abrazaba, que le acariciaba las manos, que se acercaba a su boca, estremeciéndola completa a un nivel sexual y emocional implacable.

Su mente estaba desmoronada, pero su corazón y su cuerpo reaccionaban con fuerza ante el empresario. Lo notaba un poco más serio y rígido que en sus recuerdos, pero entendía que se estaría frenando ante sus peticiones de tomar con calma su retorno a una vida olvidada.

¡Fue tan bueno estar en casa! La sintió bonita, limpia y cálida, como si alguien se hubiera encargado de mantener esa esencia guardada y lista para su regreso. Ya pensaba incluso en pedirle a Alessandro que la acompañara de regreso por algunas de sus cosas, hasta decidir volver definitivamente, porque tenía razón el hombre, muy casa suya sería, pero sola y sin el apoyo de Alisa, que también era un pilar en su recuperación, no parecía muy alentador. Si acaso tuviera recuerdos muy fuertes, era mejor estar con ella.

Sintió vibrar su celular en el bolsillo del delantal y por fin salió de su burbuja, contestando la llamada de Chloe.

―¡Camila, Camila! —emocionadísima le habló.

―¿Qué ocurre?

―¡Ya tengo la resolución del juez! Ya estoy tramitando con mi asistente tus papeles. Es unos diez días laborables seguramente ya tendrás todo listo en tus manos, con tus cuentas reactivadas y todo.

―¡¿En serio?! —sonrió y suspiró aliviada— No sabes el peso gigante que me acabas de quitar de encima. Te lo agradezco muchísimo, de verdad. Con mi dinero, tarjetas y mis identificaciones serán más fáciles muchos trámites para mí.

―Obviamente, estoy feliz de poder ayudarte. Apenas avancemos más, nos reunimos, ¿te parece? Así me cuentas también cómo va todo con Alessandro.

―Mmm...

―¿Qué fue eso?, ¿tan mal van las cosas?

―Van un poco bien y eso me incomoda. Estoy algo confundida, porque estoy saliendo con Stephan aún...

―Vaya, es decir que estás atrapada en un triángulo amoroso.

―No es agradable. No es justo para los dos, ni para mí.

―Realmente me muero por escuchar los detalles. Debo colgar, Cam, me cuentas pronto, ¿sí?

―Sí, está bien. Gracias de nuevo, Chloe.

―No te preocupes, con gusto.

Al colgar, la joven se vio sorprendida ante el comentario de Siena, a su lado.

Ya no quiero rosasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora